lunes, 15 de julio de 2019

AYUNO

Durante un tiempo estuve leyendo e investigando acerca del ayuno. Era algo que llamaba mi atención y quería saber qué tipo de beneficios o contraindicaciones tiene su práctica. Decidí consultarlo con mi médico integrativo y saber si, en mi caso, era útil y beneficioso hacerlo. Él me dijo que un ayuno es beneficioso para todas las personas excepto para embarazadas, personas convalecientes o con muy bajo peso.

Estamos acostumbrados, en nuestra cultura, a comer cinco veces al día. Esto llama mucho la atención a personas de otros países, con las que he tenido contacto, que se preguntan por qué comemos tantas veces al día y cómo somos capaces de tener nuestra maquinaria digestiva todo el tiempo en funcionamiento, sin dejarla descansar.
Ello me hizo pensar mucho y es que es cierto, apenas hemos terminado una digestión y ya estamos ingiriendo de nuevo alimentos, con lo que constantemente estamos forzando nuestro sistema digestivo y haciéndolo trabajar sin descanso.

Cuando enfermamos, el sistema es sabio y nos pide no ingerir nada, pues lo que necesita es tiempo para repararse de forma natural, sin tener que invertir tiempo en digerir los alimentos. Es por ello que solemos tomar cosas mucho más ligeras. ¿Por qué no posibilitarle este descanso también, aunque no estemos enferm@s?

Nuestras rutinas, aquí en España, suelen ser tomar un desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. Esta última, además, suele ser tardía y no suele respetar el tiempo de digestión necesario antes de ir a a la cama a dormir. Y es que las horas de sueño y descanso son imprescindibles para una buena salud, para mantener los niveles de energía y para que nuestro organismo pueda repararse. Esta última función se realiza cuando nuestro sistema no está ocupado digiriendo alimentos, que, en nuestro caso, suele ser por la noche, cuando dormimos, porque las condiciones biológicas de nuestro organismo así lo permiten.

¿Cómo va nuestro organismo a descansar bien y a "resetearse" si nos vamos a la cama con una cena copiosa y sin haberla digerido? Nunca me había parado a pensar en ello, pero sí es cierto que antes cenaba muy tarde y me acostaba sin haber digerido la cena. Siempre me costaba mucho despertarme y estaba agotada por las mañanas, tardando entre una hora u hora y media en estar completamente en marcha. Ahora pienso, ¿cuántas personas necesitan tomarse un café por la mañana para despertar esa energía, cuántas personas se sienten cansadas y dormidas al despertar, cuántas personas duermen realmente bien, con sueño de calidad?

Dejar pasar suficientes horas sin consumir alimentos permite que nuestro sistema se depure, centre todas sus energías en este proceso, lo cual va a repercutir, positivamente, en nuestra salud y nuestros niveles de energía, así como en el estado de ánimo y en nuestra capacidad de afrontar los retos diarios.

Después de preguntar, quise experimentar cómo era aquello del ayuno. El médico me explicó que podía hacerlo de dos modos, bien un ayuno de 16 horas una vez a la semana o cada 15 días, bien un ayuno de 24 horas una vez cada 15 días o cada mes. La forma de hacerlo sería la siguiente: 

- en caso de elegir el ayuno de 16 horas, cenar no más de las 19h, de la manera acostumbrada y no ingerir nada más a parte de agua o infusiones hasta las 11 del día siguiente, rompiendo el ayuno con una pieza de fruta y algún fruto seco. Después comer de forma normal, sin tomar platos copiosos.

- en caso de elegir el ayuno de 24 horas: cenar no más de las 19h y no ingerir nada más allá de agua o infusiones calientes hasta las 19h del día siguiente, rompiendo el ayuno poco a poco, con una pieza de fruta y algún caldo o crema suave.

Me explicó que las infusiones calientes ayudan a aumentar la sensación de saciedad.

Así pues me puse a ello y opté por el ayuno de 16 horas. Yo tenía en mente que iba a pasar mucha hambre, pero también había experimentado, desde hace ya bastante tiempo, cómo al levantarme había reeducado mi sistema y no se me despertaba el hambre hasta pasadas dos horas del despertar. Esto lo descubrí cuando empecé a hidratarme con dos vasos de agua nada más levantarme y es que, hasta entonces, estaba confundiendo la deshidratación de la mañana con hambre. Sí, la deshidratación da como síntomas el hambre y por ello, ante la duda, si bebemos agua podemos descubrir que lo que verdaderamente sentíamos era sed y no hambre real. 
Así que confié en que, al menos las 12 horas que ya acostumbraba a ayunar entre la cena y el desayuno, iba a aguantarlas sin problemas. A partir de las 12 horas empecé a sentir un hambre voraz y tenía miedo de sentirla, pero entonces me di cuenta de que no ocurre absolutamente nada por sentir hambre y que creo que nunca la había sentido de esa manera. Pero mi sorpresa fue que a los 15-20' con un vaso de agua desapareció y durante las dos horas siguientes no hizo acto de presencia. Después, a las 14 horas volvió a aparecer e hice lo mismo, observando el mismo cambio. Me di cuenta de que el organismo se iba a costumbrando y tolerando diferentes sensaciones.

Al acabar las 16 horas, realmente no tenía un hambre voraz, por lo que comí ligero. Al día siguiente pude observar que me sentía mucho más ligera, que tenía más energía y estaba menos hinchada. También sentía menos ansiedad por la comida y era capaz de notar cuándo tenía hambre realmente.

Tras esa primera vez ha habido muchas más, algunas programadas conscientemente y otras simplemente, dejándome sentir la necesidad que me pedía mi sistema tras un día de exceso por alguna fiesta o evento social. Algunas veces he estado 18 ó 19 horas ayunando, pues escuchaba mi cuerpo y realmente no sentía hambre. 
He probado a realizarlo en fin de semana, estando en casa, por aquello del miedo a sentirme floja y no poder encarar el día a día. Otras veces lo he realizado yendo a trabajar, aún sabiendo que mi trabajo exige mucha energía y movimiento y he podido desenvolverme con total naturalidad, llevando a cabo actividades con mis pequeños y pequeñas que requerían actividad física.

Para mi ha sido mucho más sencillo hacerlo en el trabajo, puesto que estaba con la mente más ocupada, pero ahora que ya tengo más práctica, puedo hacerlo de manera sencilla también en casa.

De hecho, ahora que disfruto de otro ritmo de vida y con el trabajo y horarios mucho más flexibles, he observado que, de manera natural, he estado ayunando varios días (separados) sin ser consciente de ello, puesto que mi organismo me lo estaba pidiendo: descanso en todos los sentidos.

Sigo experimentando ligereza, más energía y concentración, mejor descanso y mayor bienestar a nivel general con esta práctica y, he descubierto que no es para mi algo difícil de poner en práctica y de incluir en mi rutina de salud de forma periódica.

Os animo a probarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario