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viernes, 4 de mayo de 2018

"FUERA EL ECOLOGISMO. EL ECOLOGISMO ES MUY CARO"

Ayer, cuando paseaba por la ciudad después de hacer unas gestiones, me reencontré con mi familia y, hablando con ellos,  a su vez, se encontraron con unos conocidos. Estuvimos charlando un rato. La mujer llevaba en la mano unas bolsas de un conocido supermercado y mi padre, que es muy expresivo, las miró, me miró y me dijo:  mira lo que ha comprado, porque tienen mucha confianza y su conversación tenía tintes de broma y humor. Yo miré la bolsa que me enseñaba la señora y vi muchas bolsas y paquetes de ensaladas de bolsa. Le respondí: Bueno, cada uno sabe lo que compra y es responsable de lo que compra. Rápidamente el marido, que supongo sabía por dónde quería llevar la conversación mi padre, porque intuyo ya habían tratado este tema con anterioridad, dijo: Claro que sí, como debe ser. fuera el ecologismo. El ecologismo es muy caro. Fuera todo lo ecológico. Mi padre me miraba pero yo no dije nada. Mi mente empezaba a reflexionar y a analizar por qué aquel señor al que yo acababa de conocer hacía esas afirmaciones que solo se basaban en un aspecto económico y que, en parte, tenía mucha razón.

Es triste pensarlo pero es así, gran parte de la población tiene un concepto de la alimentación ecológica basado en el coste económico de la misma y, en ocasiones, lo ven como una moda que va surgiendo de unos años hacia aquí, pero, hablar de alimentación ecológica no es más que trasladarse unas cuántas décadas atrás y pensar cómo nuestros abuelos o bisabuelos cultivaban y cuidaban sus campos. Entonces no tenían la certificación ecológica pero eran muchos menos los productos y sustancias que se utilizaban para producir y asegurar las cosechas. Se respetaban los ritmos de la propia naturaleza y se comían los alimentos en temporada. Era impensable comer tomates en invierno o brócoli en verano. pero claro, las técnicas de producción han evolucionado y también se ha súper multiplicado la población, lo que ha llevado al ser humano a la necesidad de utilizar diversos métodos que posibiliten la producción a gran escala para alimentarnos. Aunque esto sea cierto, no es necesario producir productos fuera de su temporada, aunque claro, puestos a producir, mejor darnos el capricho de tener todo lo que quiero cuando quiero, como quiero y porque me apetece. No me extenderé más en este apartado.

Entendería dicha afirmación viniendo de una familia con muchísimas dificultades económicas que no llegase a fin de mes, pero creo que no era el caso. Todo es cuestión de prioridades.


Otra de las reflexiones que me vino a la mente es por qué ese señor no era capaz de ver que comprando en un gran supermercado, no digo ya ecológico o no, lo que estaba haciendo era favorecer el enriquecimiento de una sola persona dueña de la empresa, que vende esos productos al mínimo precio a costa de un agricultor o empresa de agricultores que se ven forzados a producir a gran escala productos de la más baja calidad, puesto que son forzados a crecer y duplicar su tamaño en un mes más o menos, algo antinatural y que percibe a cambio una ínfima parte del precio que el consumidor paga. Tampoco tenía en cuenta las horas de trabajo inacabable de esos agricultores que siguen al pie del cañón todos los días de la semana sin importar el clima externo, si es fin de semana o festivo. Seguro que este señor, bien vestido, al que intuyo no le faltaba de nada, no disfrutaría teniendo que esforzarse sobremanera, sin poder estar con su familia y a cambio de un sueldo que no se corresponde al esfuerzo que comporta dicho trabajo. tampoco creo que disfrutase viendo cómo algún miembro de su familia tuviese que vivir en esas condiciones.
No sé por qué  no consideraba la posibilidad de ir a comprar a un mercado, sea ecológico o no, donde el agricultor, generalmente, vende su propia cosecha, sin necesidad de intermediarios, dando la posibilidad de tener un sueldo digno a un pequeño empresario y, enriqueciendo por tanto, la economía de la comunidad y del país. Tampoco se tenía en cuenta que acudiendo a los supermercados, se favorecía que los precios del pequeño agricultor y los productos ecológicos fuesen más caros. Una pescadilla que se muerde la cola.

No comprendía cómo este señor no era consciente de que las grandes superficies han acabado con la agricultura tradicional y son cómplices de la destrucción de la tierra a través de la explotación intensiva de los campos. Entiendo por ello que tampoco conocía los efectos en la salud que tiene consumir este tipo de productos muy pobre en nutrientes y su relación con el gran aumento de enfermedades en nuestra sociedad.

Tampoco creo que supiera que las ensaladas embolsadas van tratadas con sustancias que retardan o evitan la aparición de hongos o mohos en las verduras. ya que una lechuga sin embolsar, ecológica o no, tiene una durabilidad mucho menor que las que van embolsadas. Eso sí, tiene taras, están feas y, si son ecológicas, van repletas de compañía (orugas, caracoles y otros bichitos), señal de que no están infestadas de productos químicos que luego nos comemos. Nada que ver con la perfección de las verduras empaquetadas de grandes superficies totalmente antinatural. Verduras de producción en cadena.

Y, por último, tampoco escuché alusiones al hecho de que las verduras embolsadas en plástico supusieran un enriquecimiento de las mismas en alteradores endocrinos debido a las sustancias tóxicas que los mismos dejan sobre los alimentos ni al problema de contaminación o gestión de residuos que dichos envases generan en nuestra sociedad y medio ambiente. No creo supiera de la precariedad en la salud  de nuestra biodiversidad y los problemas que van a tener las generaciones futuras tanto en materia de salud como en la posibilidad o no de disfrutar de parajes naturales como los que probablemente él haya tenido la suerte de disfrutar.

Y es que nuestras decisiones y actos tienen consecuencias, graves o no y muchísimas veces no somos conscientes de ellas.

No le culpo, porque probablemente no ha tenido acceso a una formación que le ofreciera información necesaria para que, con todo en la mano, tomase decisiones de compra responsables y sostenibles. Quizás me equivoque y esta persona tenga verdaderos problemas económicos y no tenga mucho que comer para pasar el mes.

Y ahora yo me pregunto: ¿Por qué hay este desconocimiento en la sociedad? ¿Por qué no se nos ofrece una educación para la salud que nos permita hacernos responsables de nuestras enfermedades y patologías? ¿Por qué no se nos enseña que estamos de paso por este mundo y que del mismo modo que nosotr@s disfrutamos de él, las generaciones futuras tienen derecho a hacerlo? ¿Quiénes nos creemos que somos para destruir el entorno que nos rodea de la manera en que lo estamos haciendo?

Hoy, en un curso de formación para maestr@s sobre huertos escolares nos preguntábamos cuál es la función de ciertos insectos en la naturaleza. Simplemente están ahí, son parte de la vida. Entonces nos hemos preguntado acerca de cuál es nuestra función en el medio en que vivimos. Una compañera ha respondido la destrucción. 

Quiero pensar que es una situación reversible pero, hoy por hoy, aunque ya hay grandes cambios y cada vez más concienciación, parece que el ser humano se dedica a destruir aquello que toca, y, con ello, camina hacia su propia autodestrucción. No hay más que ver la cantidad de gente joven enferma y muriendo a edades muy tempranas o con enfermedades raras, hijos con problemas, especies de animales extinguiéndose como si nada...

Seguiremos trabajando por un mundo mejor, porque yo quiero destruir lo menos posible este mundo tan maravilloso y bello que la madre naturaleza nos ha dado o, al menos, lo que queda de él.





viernes, 13 de octubre de 2017

¿POR QUÉ COMPRAR ECOLÓGICO Y DE PROXIMIDAD? PARTE 2

Agricultura ecológica/Agricultura biodinámica

La agricultura ecológica y la agricultura biodinámica se encargan del aprovechamiento de la tierra para la obtención de productos vegetales o animales respetando en todo momento los ciclos naturales de crecimiento y reproducción, así como el clima, las temporadas de crecimiento y el cuidado del medio ambiente y su biodiversidad, participando en ciclos cerrados donde el campo se nutre de productos deshechos de la cría animal manteniendo un perfecto equilibrio, aunque cabe destacar que en la agricultura ecológica no biodinámica podemos encontrarnos con prácticas que produzcan alimentos fuera de temporada.

Hablaré ahora de agricultura ecológica incluyendo a ambas por ser la agricultura biodinámica un tipo de agricultura ecológica.

Los productores que deciden trabajar el campo para obtener productos ecológicos con o sin certificación -ya que obtener el certificado implica cumplir una serie de requisitos mínimos como la distancia entre campos que no son ecológicos, el pago por la obtención de dicha certificación, etc.- tienen muy claro que es necesario cultivar respetando el ritmo de crecimiento de cada cultivo y utilizando la lógica para nutrir la tierra con cada plantación. De este modo, la agricultura ecológica huye de prácticas intensivas y realiza una rotación de cultivos que permite, en un mismo terreno, cultivar plantas grandes con unos requerimientos nutricionales y un tamaño de raíz que va a lograr arrastrar nutrientes de la parte más profunda de la tierra para que luego, otros cultivos más pequeños de raíz pequeña puedan aprovecharlos. Al mismo tiempo, en un mismo espacio suele cultivar una diversidad de productos diferentes en tamaño y tiempo de cosecha para que unos se vayan nutriendo de los otros. El campo se va regenerando en minerales con estas prácticas, evitando el agotamiento de nutrientes de la agricultura intensiva con lo que es innecesario abonarlo y enriquecerlo con minerales de modo artificial.

Además, el agricultor respetuoso sabe que debe dejar la tierra descansar un tiempo para que pueda recuperarse y ofrecernos lo mejor de la misma.

En la agricultura ecológica el espacio entre cultivo y cultivo es respetado para que la planta pueda crecer con naturalidad y la expansión de plagas sea más dificultosa. En este sentido, existen plantas aromáticas que repelen insectos y son colocadas estratégicamente entre las diferentes plantaciones para repeler o atraer fauna peligrosa de modo que se aleje del cultivo. 

Ampliando en la problemática de las plagas en los campos, la agricultura ecológica se sirve de productos naturales extraídos de plantas tales como los extractos vegetales que aplicados de manera constante reducen el impacto de insectos perniciosos sin llegar por ello a acabar por completo con toda la plaga. Pero esto tiene su sentido lógico. Si bien en la agricultura convencional se acaba con la vida de todos los insectos, beneficiosos y perniciosos, la agricultura ecológica busca disminuir la plaga pero no acabar por completo con la fauna, ya que aprovecha la presencia de insectos que se alimentan de otros que sí son perjudiciales para los cultivos respetando así la biodiversidad del medio y permitiendo que otras muchas especies que se alimentan de estos seres puedan subsistir, aspecto que la agricultura convencional descuida por completo ocasionando graves problemas que afectan a toda la cadena animal.

Puesto que este tipo de agricultura intenta interferir lo menos posible, los productos son de apariencia imperfecta, desiguales, diferentes en tamaño y forma, con manchas, insectos y tonalidades de color bien diferenciadas lo que suele asustar al consumidor convencional acostumbrado a un producto perfecto. El producto ecológico suele ser más pequeño pero mucho más rico en nutrientes y sabor, ya que ha crecido en una tierra alimentada de forma natural y respetando los tiempos y estaciones. La tierra donde ha crecido ha sido abonada con abonos de procedencia natural: compost que proviene de estiércol, compost de lombriz, compost elaborado con materia orgánica, lo que provoca que la tierra tenga una cantidad de nutrientes mucho mayor que la tierra enriquecida de manera artificial con minerales sintéticos.

Los campos ecológicos no son rociados con pesticidas ni productos químicos que quedan adheridos a la piel de los productos y que luego, inevitablemente, acaban en nuestros platos y nuestros estómagos. Existen multitud de estudios que denuncian los efectos de dichos pesticidas en nuestra salud, que, si bien pasan unos controles de calidad avalados por ciertas instituciones para que exista una seguridad alimentaria, se sabe que muchos productos están todavía en estudio sin conclusiones claras, que se acumulan en nuestro organismo produciendo daños con el paso de los años e interfieren en muchas de las funciones de nuestro sistema y que las cantidades mínimas seguras no tienen en cuenta la cantidad de cada producto que una persona pueda consumir sino un solo producto en una cantidad estimada que puede variar muchísimo de una persona a otra y de cómo su organismo reaccione a dicha sustancia, sin tener en cuenta la bioindividualidad de cada uno.

Como bien he dicho, el producto ecológico tiene mucho más sabor, no solo por cómo ha sido producido sino también porque al cosecharlo se encuentra en su punto ideal de madurez. Esto es posible gracias a que el agricultor ecológico suele realizar la venta directa al consumidor, cosechando cada semana o cada día lo necesario para la venta, no teniendo que trasportar el producto miles de kilómetros lo que harían inviable esta cosecha en su punto. Es lo que ocurre en grandes superficies: el producto se cosecha mucho antes de su maduración para poder aguantarlo durante el transporte hasta su llegada al punto de venta, con lo que el fruto carece de sabor debido a su recolecta antes de tiempo. No me extraña entonces que haya muchas personas y niños que no gusten de consumir verduras y frutas que lejos están de parecerse a las verduras y frutas de procedencia ecológica y recién cosechadas.

Por último, centrándome en la ganadería, el ganadero ecológico cría a sus animales respetando el proceso de crecimiento y el espacio que necesitan para ello, disminuyendo considerablemente las enfermedades que aparecen por hacinamiento y falta de condiciones de vida aceptables. Estos animales se alimentan de manera natural y no con piensos sintéticos y dichas condiciones hacen que enfermen menos, con lo que solo se les administran medicamentos en caso necesario. De ora parte, respetar su crecimiento implica no administrar hormonas del mismo y, en conjunto, hace que sus carnes no tengan prácticamente agua, sean más sabrosas, prietas y el animal más grande pero sin deberse a un proceso de hinchado. 

Hago hincapié en los huevos de procedencia ecológicos. Su contenido en nutrientes y es mucho mayor que los huevos de procedencia no ecológica y el sabor con matices diferentes. Además, recientemente ha salido a la luz el uso de productos químicos prohibidos mezclados con otros que ya se utilizaban en granjas para evitar plagas y enfermedades en animales hacinados. Dichos productos han contaminado los huevos rociados suponiendo un grave problema para la salud humana. Dicho escándalo ha tenido lugar en algunos países de la UE, no estando España entre ellos, pero la importación de huevos de dichos países así como el tiempo tardado en descubrir el fraude colocan a nuestro país en la lista de sospechosos, con lo que es necesario extremar la precaución. No podemos esperar la misma calidad de un producto de 80cts la media docena a uno de 2 euros la media docena. Por supuesto, noticias como ésta no aparecen en periódicos, televisiones y solo se acede a ellas indagando un poco, ya que muchos organismos se encargan de que no salgan a la luz para evitar reacciones indeseadas.

El resultado es un producto de calidad encarecido porque dicho proceso implica producir menos cada año debido al tiempo de crecimiento y al espacio respetado para cada animal.

Por otro lado, en cuanto a la pesca, poco podemos hacer, ya que nuestras aguas están tan contaminadas que los peces vienen con dicha carga de tóxicos y acaban en nuestros platos. Se pueden seguir unas medidas de precaución tales como consumir pescado salvaje, no criado en piscifactorías con piensos sintéticos y consumir pescado pequeño cuya concentración de tóxicos es mucho menor., acompañándolo siempre  de muchas verduras frescas de hoja verde o productos que ayudan a eliminar tóxicos tales como las verduras amargas. La agricultura convencional y el transporte y contaminación ambiental ha hecho que nuestras aguas sean ricas en sustancias perjudiciales para la salud. En este sentido, la agricultura ecológica evita el vertido de dichas sustancias al agua, colaborando con el respeto al medioambiente y facilitando que todos los seres vivos que habitan en él tengan una mejor calidad de vida y, por tanto, su aprovechamiento a escala alimentaria sea más saludable para el ser humano.

Con todo ello, la elección de consumir ecológico está en tus manos. Hay muchísimas personas que consideran que consumir ecológico es muy caro y, en ciertos casos, sí lo es, porque seguimosm apostando por la compra en grandes superficies, lo que impide que el agricultor ecológico pueda establecer unos precios competentes, pero existen medidas para poder acceder a ella tales como comprar en pequeño comercio, directamente al productor. Consumir carne es posible reduciendo el consumo de la misma, es decir, se sabe que el consumo de carne excesivo es muy perjudicial para la salud y, a día de hoy, los económicos precios de la ganadería convencional han hecho accesible la carne a toda la población que, de otro modo, no pudiera permitírselo, pero esto ha hecho que la salud se vea muy afectada, ya que el consumo de carne suele ser diario. Si reducimos el consumo de la misma podremos permitirnos alimentarnos con un producto de calidad que cuide nuestro bienestar y nos aleje de muchas enfermedades, obligándonos a aumentar el consumo de legumbres y cereales de calidad que nos aportan todos los nutrientes necesarios. Apliquemos la regla de "menos es más". A día de hoy, la población más pudiente tiene un nivel de salud muchísimo más afectado que la población menos pudiente, teniendo en cuenta el factor de que ambas tengan unos conocimientos mínimos de  alimentación saludable y esto es debido al fácil acceso a productos de procedencia animal, a los cuáles antes se aspiraba de manera esporádica.

Ya se palpan muchos cambios de conciencia y prácticas en el entorno y parece que estemos volviendo a la agricultura y ganadería ecológica, que por otro lado, sería la convencional de hace unos cuantos años, pero no podemos olvidar que este proceso de regreso está en nuestras manos y que si acudimos constantemente a las grandes superficies que compran el producto a precios de vergüenza, dejando al agricultor sin recursos y obligándole a llevar una agricultura intensiva, no podemos exigir después que el producto de calidad esté a nuestro alcance. El cambio empieza en nosotros. la demanda hace al producto y si existe un cambio en la demanda acabarán cambiando las políticas agrarias opresivas que nos han metido en este círculo vicioso de consumo desproporcionado, ilógico y destructivo con el medio que nos rodea. De otro modo, la supervivencia en nuestro planeta y la sostenibilidad del mismo tendrá los días contados.

¿Te unes al cambio?

martes, 3 de octubre de 2017

¿POR QUÉ COMPRAR ECOLÓGICO Y DE PROXIMIDAD? PARTE 1

Hace unas semanas tuve el honor de participar en un curso de formación sobre agricultura ecológica y huertos escolares que me aportó mucho a nivel personal y profesional.

Desde que inicié el cambio de alimentación en casa prácticamente todos los alimentos que entran son ecológicos y, a poder ser, sostenibles, es decir, de kilómetro cero. No os voy a mentir, alguna cosa tengo de procedencia lejana, pero la utilizo muy poco e intento consumir productos cultivados cerca, comprando a agricultores directamente y en pequeños comercios.

Todo empezó cuando mis terapeutas me aconsejaron cambiar mis alimentos convencionales a alimentos ecológicos, con la finalidad de eliminar el máximo posible de tóxicos en mi alimentación    - teniendo en cuenta que nunca van a estar 100% libres de tóxicos porque vivimos en un medio muy contaminado-, para favorecer la limpieza de mi organismo y el buen funcionamiento. Me explicaron que los alimentos ecológicos son mucho más ricos en nutrientes que otros que no lo son.

¿Y qué tiene que ver el curso de huertos escolares en todo esto?

Durante las clases, me di cuenta que muchas personas asocian ecológico a alimentación saludable o cuidado del medio ambiente, pero no nos paramos a pensar en todas las consecuencias que ello conlleva. Así pues os haré un breve resumen de qué implica consumir productos que provienen de la agricultura y ganadería convencional y, por el contrario, qué implica la agricultura sostenible y ecológica.

Agricultura convencional

 La agricultura convencional de hoy, la mayoría intensiva,  trabaja con el campo intentando sacar el máximo provecho, eso es rendimiento económico y productividad. Así, para poder abastecer a la población que compra en grandes superficies de todos los productos durante todo el año, cultiva dejando el mínimo espacio posible entre cultivo y cultivo, año tras año, sin dejar descansar a la tierra para que pueda recuperar los minerales y nutrientes de los que se alimentan las plantas. De este modo, con el paso de los años, la tierra, que está siendo sobrexplotada, deja de tener nutrientes y los cultivos no pueden crecer ni ofrecer productos. Para que ello no ocurra, los agricultores convencionales suelen abonar y enriquecer la tierra con abonos químicos artificiales, añadiendo minerales a la tierra de manera también artificial lo que permite a los cultivos dar los frutos esperados. 

Por otro lado, hoy en día podemos encontrar todo tipo de productos durante todo el año, pero para ello se deben recrear las condiciones climáticas pertinentes correspondientes a cada período de cultivo. Por ejemplo, si queremos tomates en invierno es necesario hacer un invernadero que mantenga la temperatura adecuada que permita el crecimiento de los mismos. Con esto se le pide a la tierra que produzca tomates durante todo el año, pero nos olvidamos de nuevo de que la tierra agota su suministro de nutrientes naturales y es necesario ofrecérselos de forma artificial, con lo que el producto no tiene ni los mismos nutrientes ni el mismo sabor que el producto natural de temporada y agricultura respetuosa con el medio. 

Otro punto a tener en cuenta es que parece ser que en la cultura de la belleza y el culto al cuerpo, también buscamos la perfección en aquello que comemos y la población suele rechazar productos con manchas, deformidades, opacidad, buscando siempre el brillo, la forma perfecta, la ausencia de insectos, y el tamaño, que sea todo bien grande. Todo ello unido a la comodidad de encontrarnos el producto ya lavado y cortado, listo para consumir.  No tenemos en cuenta que la perfección es producto de manipulaciones genéticas en laboratorios que buscan mayor productividad, resistencia a plagas y mejor apariencia, dejando de lado el aspecto nutritivo y la palatabilidad del producto. Además, estos productos suelen tener una cantidad muy elevada de agua, lo que explica su tamaño, en contraposición al producto ecológico, que suele ser mucho más pequeño pero con una cantidad de agua que corresponde al desarrollo normal del cultivo y, por tanto, con más sabor.

Para conseguir todo ello también es necesario luchar contra plagas que echan a perder las cosechas. La agricultura convencional utiliza productos químicos potentes que acaban con todo tipo de insectos, hongos y bacterias para asegurar la producción, pero estos productos acaban con la fauna de todo tipo, la beneficiosa y la perjudicial, rompiendo el equilibrio natural de los ecosistemas. Ya se está observando, por ejemplo, graves problemas en las poblaciones de abejas, disminuyendo el número de las mismas y, como bien sabemos, sin abejas la agricultura tienen su sentencia de muerte firmada. Los beneficios de este tipo de prácticas es que podemos encontrar en los mercados producto libre de caracoles, insectos, gusanos, tan desagradables a la vista y que nos obligarían a invertir un tiempo en la correcta limpieza del producto antes de prepararlo. Lo que ocurre, además es que muchos de los productos que venden ya embolsados y listos para consumir, como las ensaladas de bolsa, vienen tratadas con sustancias conservantes que evitan que el producto se eche a perder y disminuyen el exceso de humedad del mismo. Algo que, bajo mi punto de vista, no es muy natural.

De otro modo, ocurre algo similar con la ganadería y la pesca. Queremos comer carne y pescado varias veces a la semana  y, además, variado a poder ser. La ganadería convencional es capaz de criar un pollo de granja en 3 meses, alimentándolo con piensos sintéticos, granos transgénicos y hormonándolos para que crezcan mucho más rápido y engorden más.(Por cierto, España es uno de los pocos países europeos que sigue produciendo transgénicos y el que más cantidad produce, a pesar de que en muchos otros está totalmente prohibido y sigue estableciendo acuerdos con países que los producen para poder importarlos y utilizarlos en la alimentación ganadera). Sabemos que los animales viven hacinados en granjas para poder producir más con menor espacio, por tanto, obteniendo mayor rendimiento y beneficio económico. Este hecho hace que las enfermedades entre animales se propaguen con mayor facilidad, solo tenéis que recordar como se expandía un resfriado en un aula de 50m2 y 30 niños cuando ibais a la escuela. Para evitar infecciones y enfermedades de todo tipo se utilizan muchos medicamentos y antibióticos, empobreciendo la calidad del producto. El resultado son pollos medianamente grandes que no saben a nada y que al cocinarlos reducen a la mitad su volumen por la pérdida de la gran cantidad de agua que contienen. Lo mismo ocurre con los pescados procedentes de piscifactorías.

Pero todo ello no es culpa de agricultores y ganaderos que buenamente intentan sobrevivir al día a día como pueden, con las herramientas que tienen a su alcance atendiendo a sus posibilidades económicas. Y es que las grandes empresas cada vez exigen mayor productividad y compran al productor a precios irrisorios, lo que conlleva una disminución de los ingresos del agricultor para poder producir producto de calidad. A su vez, dar respuesta a la demanda masiva de producto de temporada y fuera de temporada les obliga a cultivar de forma intensiva.

Hay que cambiar muchas miradas, formas de pensar, formas de hacer. Informar, enseñar a la población y mostrar la responsabilidad que todos tenemos en esto. Porque cuando compramos en grandes superficies, en supermercados, estamos haciendo un flaco favor al agricultor, siendo responsables de la destrucción del medio y poniendo nuestro grano de arena para que en pocos años la tierra no esté capacitada para ofrecernos aquello que necesitamos. No se trata tan solo de un tema de salud, sino de la sostenibilidad del planeta y la garantía de vida para las generaciones futuras.

miércoles, 30 de marzo de 2016

¿PASA ALGO SI CONSUMO ALIMENTOS NO ECOLÓGICOS?

No. No pasa absolutamente nada si lo hago de vez en cuando. Entonces ¿por qué me empeño en tomar alimentos de procedencia ecológica? Por varios motivos:

- Prescripción médica. A menos tóxicos introduzca en mi cuerpo, antes desintoxicaré mi organismo y mejor podrá funcionar.
- Interés por la alimentación saludable. Pensad en vuestro coche. ¿Qué pasaría si cada vez que repostáis utilizáis un carburante de poca calidad? probablemente, siempre hay escepciones, vuestro motor duraría mucho menos tiempo que utilizando un carburante de calidad. imaginad que os compráis unos zapatos de 15 euros. Probablemente se rompan muchísimo antes que si os compráis unos de 70. Lo mismo courre con el organismo.  Si lo cuidamos, reduciremos las probabilidades de enfermar. Y todavía con más ahínco, debemos cuidar nuestro organismo si existe un factor genético que nos predisponga a ello.
- Respeto al medio ambiente. Los alimentos ecológicos provienen de una agricultura y ganadería respetuosa con el medio natural y todo lo que le concierne.
- Moralidad. Consumir productos ecológicos da de comer a muchas familias que trabajan duro de sol a sol por un sueldo medianamente digno. Evita que se enriquezcan los grandes capitalistas que monopolizan la economía nacional y mundial.


¿Cuáles serían vuestros motivos?