martes, 25 de septiembre de 2018

SISTEMA SANITARIO

Hoy vengo un poco indignada. No por algo que me haya pasado ahora, sino por lo que me pasó hace ya casi tres años y que veo sigue sufriendo gran cantidad de gente.

Quiero dejar claro una opinión personal y es que las palabras, el diagnóstico, de un profesional médico, pueden condicionar de por vida la salud de sus pacientes.

Quiero aclarar, también, que en mi vida me he cruzado con muy buenos profesionales médicos, no todos han dejado que desear y que valoro enormemente el esfuerzo que hacen constantemente, si no todos, aquellos y aquellas que se interesan por renovarse y mejorar a diario, por seguir investigando y por velar por nuestra vida y nuestra salud. Pero, desgraciadamente, como en tantos ámbitos de la vida en nuestra sociedad actual, la formación de las personas que se encargan de atendernos cuando tenemos un problema de salud, también depende de intereses económicos y políticos. Y aquí no me voy a extender más.

Centrándome en mi denuncia, quiero expresar mi rabia, mi decepción y mi falta de confianza en algunos y algunas profesionales de la medicina convencional, cada vez más grande, aunque intento hacer un trabajo mental para no meter en el mismo saco a todos los profesionales y muy buenos, que sé que están en algún lugar. No puedo creerme que hoy en día, con tantos conocimientos, con tanta formación, a sabiendas de cómo va a influir una decisión médica en la vida de su paciente, todavía hoy, existan médicos que sigan viendo la enfermedad como algo incurable, como algo que puede ser tratado con medicamentos que lo único que hacen es tapar síntomas y enmascarar y que, si bien estos medicamentos pueden ser necesarios en muchas ocasiones y salvar vidas, el estudio del origen de dichas enfermedades podría hacerlo en muchos más pacientes y ahorrar efectos secundarios, situaciones desagradables, dependencias y muchísimo dinero a los pacientes y las pacientes. Hay  muchísimos estudios científicos , congresos, formaciones y cada vez se habla más y más al respecto, aunque por otro lado se trate de acallar lo que ya es evidente.

No estoy diciendo que las medicinas sean inútiles, nada de eso, sino que cuando un paciente acude a su médico, sería genial que éste, además de recetarle las medicinas que en ese momento necesite el mismo o la misma, empiece a buscar el origen de su patología y a poner remedio desde la base, de manera que esta patología desaparezca o pueda ser controlada con el menor número de medicinas o incluso sin ellas.

Es el caso de enfermedades como: diabetes, colitis ulcerosa, Crohn, artritis, artrosis, enfermedades cardiovasculares, asma, alergias estacionales y alimenticias, intolerancias, parasitosis, infecciones bacterianas recurrentes, infertilidad, síndrome de ovarios poliquísticos, síndrome premenstrual, depresión, osteoporosis, obesidad, fatiga crónica, fibromialgia, quistes ováricos y mamarios, enfermedades hepáticas, afecciones del tracto gastrointestinal, algunos tipos de tumores, entre muchas otras patologías.

Cuántas personas he conocido con muchas de estas diversas enfermedades y cuántas han cambiado radicalmente su vida por acudir a buenos profesionales que han sabido estudiar y analizar el origen de sus patologías para ponerles remedio y, mientras tanto, si ha hecho falta, han tomado sus medicinas correspondientes. Una cosa no quita la otra.

En el caso que me ocupa, mi salud, ¿qué habría sido de mi hace tres años si hubiese hecho caso a los diferentes alergólogos y ginecólogos que me atendieron? Pues ahora mismo no estaría comiendo casi ningún alimento, seguiría tomando mis antihistamínicos, broncodilatadores, antiinflamatorios para mis quistes y dolores, antibióticos para mis infecciones recurrentes y seguiría padeciendo afecciones del aparato gastrointestinal y respiratorio a menudo, que era lo que me ocurría entonces. Probablemente ahora estaría mucho peor por efecto de tanta medicación y quizás hubiese acabado desarrollando una patología intestinal más grave o un tumor colorrectal, debido a la inflamación tan grave que padecía en este sentido.

Aún recuerdo las palabras de todos estos médicos. De cómo me marcaron y me infundieron miedo y dependencia en los primeros meses, hasta que encontré un buen profesional que supo explicarme que aquello no era así, que me estaban mintiendo, que las patologías crónicas no son tales y que se pueden curar o controlar. Y ese fue mi caso. Cada día doy gracias a la vida por no haber dedicado más energías a las las frases condenatorias de aquella alergóloga o de aquella ginecóloga, pues de haber sido contrario, hoy sería una enferma crónica más.


Y hay tanta gente que se empeña en menospreciar la medicina biológica, la homeopatía, la psiconeuroinmunología y tantas y tantas terapias con miles de estudios a sus espaldas y prácticas milenarias con resultados más que evidentes. Y hay tanto desconocimiento, tanta desconfianza hacia lo desconocido. Y es que unas no son contrarias a las otras. Y es que unas fueron la base de lo que hoy se aplica y es que juntas pueden curar miles de pacientes enfermos crónicos. Y es que hace falta abrir mentes, estudiar, leer, acudir a congresos, formaciones, investigar y probar en uno mismo cuando lo que se usa de manera convencional no ofrece solución, sino que tapona síntomas, esconde el origen y no deja mejorar desde él.

Y sí, leo, leo mucho, leo libros, revistas, artículos, me formo y he experimentado un proceso de cambio que la medicina convencional durante más de 10 años no ha sabido solventar. Y sí, no soy la única, conozco a muchísimas personas en la misma situación. No hay más que ver las tremendas listas de espera y conocer los testimonios de miles de pacientes que han cambiado sus vidas, así como el interés de muchos profesionales en formarse en este sentido, en ampliar sus prácticas médicas convencionales tras ver que aquello que aplican se queda cojo y no obtiene los resultados esperados.

Y es que poco a poco, se van abriendo mentes y va creciendo el interés en una medicina holística que tenga como protagonista el caso individual y único del paciente. Aunque para esto, tristemente, todavía hace falta tener dinero. Ojalá que en un futuro no muy lejano todos y todas las ciudadanas y ciudadanos puedan tener acceso a un sistema de salud de mayor calidad y puedan con ello, mejorar su nivel de vida y su esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario