jueves, 30 de enero de 2020

ERRORES MÉDICOS

Hoy quería compartir con vosotr@s mi última experiencia.

Hace aproximadamente un mes empecé a notar síntomas de infección urinaria junto con dolor de riñón. Estuve tomando el D-Manocist probiótic, junto a 3 g diarios de Vitc C, concentrado de arándanos y gayuba, al igual que he hecho en otras ocasiones y siempre curando la infección. En 3-4 días habían desaparecido los síntomas.
 Una semana después volví a tener un dolor muy fuerte en el riñón izquierdo y volvieron a aparecer síntomas de infección, así pues, como el proceso no era el normal, acudí a urgencias. El médico que me atendió, en primer lugar, no me miró ni a la cara y cuando yo le hacía preguntas, no me las respondía. Me hicieron una analítica de orina rápida, de las que hacen en urgencias con la tira reactiva y en el resultado se observaban leucocitos en orina, pero no nitritos. No observaron los sedimentos.  Sin mirar más, ni pedir un urocultivo, el Dr. X diagnosticó una cistitis y me recetó un antibiótico: cefuroxima 250mg 1 cada 12 horas. Muy a mi pesar empecé a tomarlo, aunque sabía que aquello iba a suponer un retroceso en mi bienestar a nivel general y específicamente intestinal. A la toma de antibiótico le uní probióticos para evitar los temidos efectos secundarios. Estuve tomándolo una semana con muy poca mejoría. Supe, por mi médico de cabecera y, posteriormente por la uróloga, que la dosis de dicho antibiótico recetado era para una niña de 10 años y que, probablemente, no tuviese efecto alguno en caso de tener una infección bacteriana. También me dijo que no se puede ni se debe diagnosticar como infección cuando no aparecen nitritos en orina, pero que, por curarse en salud, mientras se obtienen los resultados del urocultivo, se receta antibiótico. El problema es que en el hospital no cursaron la petición de urocultivo y así era imposible, una vez iniciado ya el tratamiento antibiótico, de saber si lo que tenía era una infección u otra cosa. 

Como era de esperar, el primer antibiótico no surtió efecto y tuve que acudir, de nuevo, a urgencias con dolores muy fuertes. La DRA Y que me atendió me recetó, de nuevo, otro antibiótico, aunque la analítica salía limpia, probablemente debido a la toma de antibióticos previa. El afortunado fue el MONUROL, dos sobres, uno cada 24 h. El resultado: ninguna mejora y cada vez estaba peor, pero ahora sin energía para nada y con mi flora intestinal hecha un desastre.

Acudí a mi médico de cabecera y me dijo que no se la iba a jugar,. Me recetó un tercer antibiótico muy potente que abarcara todo tipo de bacterias y con un sinfín de efectos secundarios, considerado como poco apropiado para el tratamiento de infecciones urinarias por tener más efectos secundarios que beneficios. Estaba desesperada y con una baja laboral.

Esa misma noche y sin haber iniciado aún el tercer antibiótico, por tercera vez, acudí a urgencias, ahora con unos dolores terribles en la uretra, como contracciones, escalofríos y fiebre. Esta vez, el DR Z me dijo que ni se me ocurriese tomar el tercer antibiótico, que debíamos arriesgarnos y esperar 72 horas para hacer, de nuevo, el urocultivo y, mientras tanto, tomar analgésicos para el dolor, controlando siempre que la fiebre no fuera a más, en cuyo caso debía acudir a urgencias de nuevo. De no hacerlo así, era muy complejo averiguar qué estaba causando todo aquello. También me recomendó acudir al urólogo para revisión.

En todo este tiempo, ningún profesional me había dado nada para el terrible dolor que estaba padeciendo ni me recomendó ir a urología. A mi tampoco se me había pasado por la cabeza, la verdad.

Con la toma de analgésicos el dolor menguó y no volví a tener fiebre. Pasé un fin de semana terrible y el Domingo todo desapareció. Al ir al baño expulsé lo que supuestamente era un cálculo renal. No tuve más molestias.

La uróloga me dijo que es muy probable haya sido eso y me ha pedido una ecografia para comprobar que todo esté bien. La analítica con urocultivo ha salido limpia.

Y ahora, yo me pregunto: ¿cómo es posible que haya tenido que estar un mes pasándolo fatal sin que a nadie se le hubiese ocurrido que pudiese ser una piedra, observando los sedimentos o haciéndome una ecografía? Está claro, esa inversión se la han ahorrado, pero a cambio yo he tenido que medicarme, destrozando mi flora intestinal y teniendo que alargar una baja laboral debido al agotamiento físico que ello me ha causado, con todas las consecuencias que ello ha tenido en mi puesto de trabajo. Al mismo tiempo, cada vez que tomo antibióticos necesito un año o año y medio para recuperarme y volver a estar bien, llevando una dieta muy estricta, con baja energía, volviendo a sufrir los dolores menstruales debido a que mi hígado está saturado eliminando los tóxicos de las medicinas.

Hoy quiero compartiros todo esto para denunciar la poca profesionalidad de algunos médicos. Las consecuencias medianamente graves que tienen sus decisiones. Y no quiero que se piense que opino que la medicina es fácil, porque no es así, pero si una simple analítica de orina bien hecha se hubiese llevado a cabo, quizás no hubiese tenido que tomar tanta medicación y ahora, mi intestino no estaría tan hecho polvo.

Esto es lo que ocurre cuando se trata al paciente de forma rápida, con prisas y con poca humanidad, sin preguntarle acerca de su historial médico, sin saber qué aspectos ha tenido que superar en su recuperación previa y cómo el tratamiento que le vamos a dar va a echar por tierra días de esfuerzo y mucho dinero invertido para sanar un intestino dañado.

Ojalá que algún médico, especialmente aquellos/as que trabajan en el Hospital IMED Valencia, puedan leerlo y recapacitar al respecto.


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