Agricultura ecológica/Agricultura biodinámica
La agricultura ecológica y la agricultura biodinámica se encargan del aprovechamiento de la tierra para la obtención de productos vegetales o animales respetando en todo momento los ciclos naturales de crecimiento y reproducción, así como el clima, las temporadas de crecimiento y el cuidado del medio ambiente y su biodiversidad, participando en ciclos cerrados donde el campo se nutre de productos deshechos de la cría animal manteniendo un perfecto equilibrio, aunque cabe destacar que en la agricultura ecológica no biodinámica podemos encontrarnos con prácticas que produzcan alimentos fuera de temporada.
Hablaré ahora de agricultura ecológica incluyendo a ambas por ser la agricultura biodinámica un tipo de agricultura ecológica.
Los productores que deciden trabajar el campo para obtener productos ecológicos con o sin certificación -ya que obtener el certificado implica cumplir una serie de requisitos mínimos como la distancia entre campos que no son ecológicos, el pago por la obtención de dicha certificación, etc.- tienen muy claro que es necesario cultivar respetando el ritmo de crecimiento de cada cultivo y utilizando la lógica para nutrir la tierra con cada plantación. De este modo, la agricultura ecológica huye de prácticas intensivas y realiza una rotación de cultivos que permite, en un mismo terreno, cultivar plantas grandes con unos requerimientos nutricionales y un tamaño de raíz que va a lograr arrastrar nutrientes de la parte más profunda de la tierra para que luego, otros cultivos más pequeños de raíz pequeña puedan aprovecharlos. Al mismo tiempo, en un mismo espacio suele cultivar una diversidad de productos diferentes en tamaño y tiempo de cosecha para que unos se vayan nutriendo de los otros. El campo se va regenerando en minerales con estas prácticas, evitando el agotamiento de nutrientes de la agricultura intensiva con lo que es innecesario abonarlo y enriquecerlo con minerales de modo artificial.
Además, el agricultor respetuoso sabe que debe dejar la tierra descansar un tiempo para que pueda recuperarse y ofrecernos lo mejor de la misma.
En la agricultura ecológica el espacio entre cultivo y cultivo es respetado para que la planta pueda crecer con naturalidad y la expansión de plagas sea más dificultosa. En este sentido, existen plantas aromáticas que repelen insectos y son colocadas estratégicamente entre las diferentes plantaciones para repeler o atraer fauna peligrosa de modo que se aleje del cultivo.
Ampliando en la problemática de las plagas en los campos, la agricultura ecológica se sirve de productos naturales extraídos de plantas tales como los extractos vegetales que aplicados de manera constante reducen el impacto de insectos perniciosos sin llegar por ello a acabar por completo con toda la plaga. Pero esto tiene su sentido lógico. Si bien en la agricultura convencional se acaba con la vida de todos los insectos, beneficiosos y perniciosos, la agricultura ecológica busca disminuir la plaga pero no acabar por completo con la fauna, ya que aprovecha la presencia de insectos que se alimentan de otros que sí son perjudiciales para los cultivos respetando así la biodiversidad del medio y permitiendo que otras muchas especies que se alimentan de estos seres puedan subsistir, aspecto que la agricultura convencional descuida por completo ocasionando graves problemas que afectan a toda la cadena animal.
Puesto que este tipo de agricultura intenta interferir lo menos posible, los productos son de apariencia imperfecta, desiguales, diferentes en tamaño y forma, con manchas, insectos y tonalidades de color bien diferenciadas lo que suele asustar al consumidor convencional acostumbrado a un producto perfecto. El producto ecológico suele ser más pequeño pero mucho más rico en nutrientes y sabor, ya que ha crecido en una tierra alimentada de forma natural y respetando los tiempos y estaciones. La tierra donde ha crecido ha sido abonada con abonos de procedencia natural: compost que proviene de estiércol, compost de lombriz, compost elaborado con materia orgánica, lo que provoca que la tierra tenga una cantidad de nutrientes mucho mayor que la tierra enriquecida de manera artificial con minerales sintéticos.
Los campos ecológicos no son rociados con pesticidas ni productos químicos que quedan adheridos a la piel de los productos y que luego, inevitablemente, acaban en nuestros platos y nuestros estómagos. Existen multitud de estudios que denuncian los efectos de dichos pesticidas en nuestra salud, que, si bien pasan unos controles de calidad avalados por ciertas instituciones para que exista una seguridad alimentaria, se sabe que muchos productos están todavía en estudio sin conclusiones claras, que se acumulan en nuestro organismo produciendo daños con el paso de los años e interfieren en muchas de las funciones de nuestro sistema y que las cantidades mínimas seguras no tienen en cuenta la cantidad de cada producto que una persona pueda consumir sino un solo producto en una cantidad estimada que puede variar muchísimo de una persona a otra y de cómo su organismo reaccione a dicha sustancia, sin tener en cuenta la bioindividualidad de cada uno.
Como bien he dicho, el producto ecológico tiene mucho más sabor, no solo por cómo ha sido producido sino también porque al cosecharlo se encuentra en su punto ideal de madurez. Esto es posible gracias a que el agricultor ecológico suele realizar la venta directa al consumidor, cosechando cada semana o cada día lo necesario para la venta, no teniendo que trasportar el producto miles de kilómetros lo que harían inviable esta cosecha en su punto. Es lo que ocurre en grandes superficies: el producto se cosecha mucho antes de su maduración para poder aguantarlo durante el transporte hasta su llegada al punto de venta, con lo que el fruto carece de sabor debido a su recolecta antes de tiempo. No me extraña entonces que haya muchas personas y niños que no gusten de consumir verduras y frutas que lejos están de parecerse a las verduras y frutas de procedencia ecológica y recién cosechadas.
Por último, centrándome en la ganadería, el ganadero ecológico cría a sus animales respetando el proceso de crecimiento y el espacio que necesitan para ello, disminuyendo considerablemente las enfermedades que aparecen por hacinamiento y falta de condiciones de vida aceptables. Estos animales se alimentan de manera natural y no con piensos sintéticos y dichas condiciones hacen que enfermen menos, con lo que solo se les administran medicamentos en caso necesario. De ora parte, respetar su crecimiento implica no administrar hormonas del mismo y, en conjunto, hace que sus carnes no tengan prácticamente agua, sean más sabrosas, prietas y el animal más grande pero sin deberse a un proceso de hinchado.
Hago hincapié en los huevos de procedencia ecológicos. Su contenido en nutrientes y es mucho mayor que los huevos de procedencia no ecológica y el sabor con matices diferentes. Además, recientemente ha salido a la luz el uso de productos químicos prohibidos mezclados con otros que ya se utilizaban en granjas para evitar plagas y enfermedades en animales hacinados. Dichos productos han contaminado los huevos rociados suponiendo un grave problema para la salud humana. Dicho escándalo ha tenido lugar en algunos países de la UE, no estando España entre ellos, pero la importación de huevos de dichos países así como el tiempo tardado en descubrir el fraude colocan a nuestro país en la lista de sospechosos, con lo que es necesario extremar la precaución. No podemos esperar la misma calidad de un producto de 80cts la media docena a uno de 2 euros la media docena. Por supuesto, noticias como ésta no aparecen en periódicos, televisiones y solo se acede a ellas indagando un poco, ya que muchos organismos se encargan de que no salgan a la luz para evitar reacciones indeseadas.
El resultado es un producto de calidad encarecido porque dicho proceso implica producir menos cada año debido al tiempo de crecimiento y al espacio respetado para cada animal.
Por otro lado, en cuanto a la pesca, poco podemos hacer, ya que nuestras aguas están tan contaminadas que los peces vienen con dicha carga de tóxicos y acaban en nuestros platos. Se pueden seguir unas medidas de precaución tales como consumir pescado salvaje, no criado en piscifactorías con piensos sintéticos y consumir pescado pequeño cuya concentración de tóxicos es mucho menor., acompañándolo siempre de muchas verduras frescas de hoja verde o productos que ayudan a eliminar tóxicos tales como las verduras amargas. La agricultura convencional y el transporte y contaminación ambiental ha hecho que nuestras aguas sean ricas en sustancias perjudiciales para la salud. En este sentido, la agricultura ecológica evita el vertido de dichas sustancias al agua, colaborando con el respeto al medioambiente y facilitando que todos los seres vivos que habitan en él tengan una mejor calidad de vida y, por tanto, su aprovechamiento a escala alimentaria sea más saludable para el ser humano.
Con todo ello, la elección de consumir ecológico está en tus manos. Hay muchísimas personas que consideran que consumir ecológico es muy caro y, en ciertos casos, sí lo es, porque seguimosm apostando por la compra en grandes superficies, lo que impide que el agricultor ecológico pueda establecer unos precios competentes, pero existen medidas para poder acceder a ella tales como comprar en pequeño comercio, directamente al productor. Consumir carne es posible reduciendo el consumo de la misma, es decir, se sabe que el consumo de carne excesivo es muy perjudicial para la salud y, a día de hoy, los económicos precios de la ganadería convencional han hecho accesible la carne a toda la población que, de otro modo, no pudiera permitírselo, pero esto ha hecho que la salud se vea muy afectada, ya que el consumo de carne suele ser diario. Si reducimos el consumo de la misma podremos permitirnos alimentarnos con un producto de calidad que cuide nuestro bienestar y nos aleje de muchas enfermedades, obligándonos a aumentar el consumo de legumbres y cereales de calidad que nos aportan todos los nutrientes necesarios. Apliquemos la regla de "menos es más". A día de hoy, la población más pudiente tiene un nivel de salud muchísimo más afectado que la población menos pudiente, teniendo en cuenta el factor de que ambas tengan unos conocimientos mínimos de alimentación saludable y esto es debido al fácil acceso a productos de procedencia animal, a los cuáles antes se aspiraba de manera esporádica.
Ya se palpan muchos cambios de conciencia y prácticas en el entorno y parece que estemos volviendo a la agricultura y ganadería ecológica, que por otro lado, sería la convencional de hace unos cuantos años, pero no podemos olvidar que este proceso de regreso está en nuestras manos y que si acudimos constantemente a las grandes superficies que compran el producto a precios de vergüenza, dejando al agricultor sin recursos y obligándole a llevar una agricultura intensiva, no podemos exigir después que el producto de calidad esté a nuestro alcance. El cambio empieza en nosotros. la demanda hace al producto y si existe un cambio en la demanda acabarán cambiando las políticas agrarias opresivas que nos han metido en este círculo vicioso de consumo desproporcionado, ilógico y destructivo con el medio que nos rodea. De otro modo, la supervivencia en nuestro planeta y la sostenibilidad del mismo tendrá los días contados.
¿Te unes al cambio?
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