miércoles, 16 de octubre de 2019

EL ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES

Sigo reflexionando mucho acerca de lo que ocurre en la sanidad occidental.

Cuando a uno le duele la cabeza le dan un antiinflamatorio, cuando uno tiene infección, antibiótico de síntesis, cuando uno está triste siempre le recetan antidepresivos...siempre, para cualquier patología, la medicina occidental convencional receta medicamentos que ayudan a  paliar las molestias o dolores.

¿Qué es el dolor? El dolor es un síntoma, síntoma de que algo ocurre. Y ¿qué está ocurriendo? Pues depende de cada caso. Hasta aquí da solución la medicina occidental.

¿De dónde viene el desajuste? ¿Cuál es la raíz del problema? Y aquí es donde cojea.

Por poner un ejemplo. Imagina que eres mujer y desde siempre tienes unos dolores menstruales terribles. Tu ginecólogo/a, que sabe muchísimo de ginecología, te diagnostica de ovarios poliquísticos o no identifica el origen pero te dice que es normal, que a muchas mujeres les pasa. También es normal que te duelan los pechos y se te inflamen o que tengas cambios de humor. Él o ella te recetará tratamiento hormonal para controlarlo o, si no quieres, unos antiinflamatorios y mucha paciencia.
El ginecólogo/a de la medicina occidental sabe mucho de ginecología y ha tenido una formación base generalizada en medicina hasta llegar a su especialización, pero no es especialista en otros órganos, a no ser que también tenga esa titulación.

Vale, imagina ahora que sufres de migrañas. Tu médico te receta antiinflamatorios y mucha paciencia. El neurólogo sabe mucho de neurología y también ha tenido una formación general básica en medicina antes de llegar a ser especialista.

Imagina que te diagnostican depresión. Tu psiquiatra te recetará antidepresivos, porque también este profesional sabe mucho de este campo.

Pero, volvamos al caso uno. ¿Algún ginecólogo/a te ha explicado alguna vez que tus dolores menstruales indican que tu hígado no funciona bien y que algo está pasando ahí, en el metabolismo de las hormonas sexuales? Generalmente no te lo dirán, porque el sistema de estudios convencional no dedica tiempo a esto. Un ginecólogo sabrá mucho de ginecología, pero será difícil que encuentres alguno/a que te explique la conexión entre tu menstruación y tu hígado. Probablemente, cuando soluciones el problema de tu hígado, tu menstruación será saludable, sin dolor, sin inflamación.

En el segundo caso. Tu neurólogo, probablemente, no te explique que tienes migrañas porque tu hígado o tu intestino no funcionan bien y que hay algo que solucionar. Porque, del mismo modo, el sistema de estudios de medicina occidental no trabaja en este sentido. El neurólogo sabrá mucho de neurología pero no habrá estudiado, probablemente,(a no ser que tenga mucha curiosidad y ganas de seguir formándose en otros campos), el funcionamiento del hígado y el intestino y su relación con el sistema neuronal.

Y por último, si tienes depresión, tu psiquiatra es probable que no te diga que tu salud intestinal está influyendo enormemente en tu patología y que, por tanto, habrá que investigar y tratar el problema que tengas en él.

Con esto quiero compartir que, la medicina convencional occidental está fragmentada. Los sistemas de estudio médicos se centran en partes de nuestro organismo. Que está genial dado que se salvan muchas vidas. Pero no es una medicina que trabaje y fomente la prevención desde el conocimiento y la relación íntegra de todos los sistemas que hacen funcionar a nuestro cuerpo.

En cambio, la medicina integrativa, como puede ser la MTC, la PNI, la homeopatía, entre otras, ofrecen una visión íntegra del paciente y dedican tiempo al estudio del mismo en su totalidad, buscando la raíz del problema desde varias perspectivas. Así, cualquiera de ellas podría decirte que un determinado problema en un determinado punto de tu organismo no tiene por qué tener su raíz ahí mismo y ahondarían hasta conocer qué ocurre en realidad, ofreciéndote un tratamiento acorde. Ellos y ellas utilizan también tratamientos convencionales, cuando es necesario, porque sus mentes son abiertas y complementan unos y otros, evitando siempre que pueden tratamientos que desequilibran tu organismo y cuyos beneficios pueden obtenerse por otros cauces, sin dañar la salud del paciente por otro lado, es decir, sin poner parches a una cosa y empeorar otras.

Así pues, la próxima vez que estés tomando un tratamiento paliativo convencional, siéntete afortunado/a de poder tomarlo y sentirte mejor pero, reflexiona sobre el hecho de que no estás solucionando el problema de base y que, probablemente, vuelvas a padecer el mismo síntoma en otro momento. Porque el organismo habla y hay que aprender a escucharlo adecuadamente.


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