viernes, 13 de septiembre de 2019

AZÚCAR


Hace ahora 4 años compré un paquete de azúcar panela de 1kg, el primer y único paquete que hemos comprado en casa. Esto es lo que nos queda después de 4 años y, por tanto, este es el azúcar libre que hemos utilizado en casa durante todo este tiempo. Solamente lo hemos utilizado para ocasiones especiales ya que hemos reeducado nuestro paladar y endulzamos nuestros bizcochos, repostería casera (que elaboramos esporádicamente), postres o desayunos con fruta al natural.

Pensar hace 4 años que sería capa de vivir sin tomar azúcar era una utopía para mi. Hice el cálculo de la cantidad aproximada que podía consumir por aquel entonces: un consumo mínimo de 500g a la semana. Y sin añadir conscientemente azúcar a mis platos y recetas. No era consciente de ello hasta que mi organismo explotó. Llevaba mucho tiempo teniendo síntomas, señales claras que yo no sabía interpretar.

Por aquel entonces, tan solo en un desayuno era capaz de consumir una cantidad de unos 50g de azúcar: leche con cacao instantáneo y cereales o tostadas con mermelada, ese era mi desayuno habitual y para el fin de semana, algún croissant artesano del horno de confianza. Después, en las comidas del resto del día, dependiendo de qué utilizase: salsa de tomate, productos cárnicos envasados, fiambres, productos lácteos, algunas conservas, algún dulce de vez en cuando...una cantidad exagerada de azúcar encubierto que consumía y ¡SIN SABERLO! Tampoco me había preocupado hasta entonces de saberlo porque no relacionaba todo lo que me pasaba con ello.

Hasta que de pronto, un día, te dicen que no puedes comer de nada y que vas a tener que nutrirte a base de pastillas y que, además, eso es para toda tu vida porque no tiene solución, (palabras de diferentes médicos colegiados especialistas). Así que cuando encuentras un buen profesional de la salud, de esos que tantas organizaciones y personas se empeñan en tachar de pseudocientíficos, gurús y falsos, que juegan con la salud de las personas, de esos que saben más de ciencia que muchos científicos, de esos que no pierden sus energías entrando en batalla con estas personas negacionistas y que emplean su tiempo en enseñar y en llegar al origen del problema, con la ciencia y la experiencia y práctica de años de trabajo mejorando vidas humanas, de esos que te explican y te enseñan las evidencias científicas sobre la práctica y que tienen una mirada muy abierta y respetuosa para con toda la ciencia, tus supuestas enfermedades de por vida, desaparecen, porque entiendes el origen de las mismas y te responsabilizas de ellas, poniéndoles solución con esfuerzo.

El azúcar es el nutriente principal de las células cancerosas, aquello que utilizan para reproducirse. Además es el nutriente preferido de hongos y parásitos, de la terrible cándida que se adueña de los intestinos y coloniza el sistema de muchas personas de forma silenciosa. Además es el causante principal de muchos de los desequilibrios que conllevan a  la inflamación sistémica crónica que dará lugar a muy diversas patologías. Cuando un buen profesional te analiza, estudia tu caso, te entrevista y te hace preguntas de toda tu vida, desde que naciste, cuando le cuentas todas las enfermedades que has padecido, cuando invierte 4 horas de su tiempo en consulta para averiguar el origen de tus enfermedades y te explica que, con los hábitos de alimentación que llevas y tu historia genética y personal, estás comprando todos los boletos para que te toque vivir un cáncer o una enfermedad autoinmune mucho más grave, con tan solo 33 años, entonces entiendes que debes tomar las riendas de  tu alimentación y aprendes, investigas y te formas. 

En aquel momento entendía que el azúcar y edulcorantes debían estar fuera de mi vida en la medida de lo posible. Y aunque me parecía imposible, aunque tenía un mono que me arrancaba las entrañas, aunque tenía cambios de humor terribles y una ansiedad que no podía con ella, me daba cuenta del daño que había estado provocándome sin saberlo y del daño que la industria alimentaria estaba provocando en la mayoría de la población. Es así como dije adiós al consumo de azúcar y de todo lo que conlleva y es así como desaparecieron las alergias, el asma, los quistes en ovarios, el dolor de menstruación, el dormir mal, la hiperactividad, el nerviosismo, la falta de concentración, los resfriados cada invierno, las infecciones de orina, los hongos en la lengua y en las uñas de los pies, los picores, la hinchazón y muchos otros síntomas que nadie supo antes decirme a qué se debían. Se acabó pasar por tantos médicos y por fin pude desterrar todas las medicinas: antiinflamatorios, hierro, vitaminas, antibióticos, etc.

Así que sí, SE PUEDE. Y los beneficios que se experimentan son indescriptibles. ¡Ojalá hubiese aprendido todo esto mucho antes! Pero desde luego, ahora que ya lo sé, mi vida ha ido a mejor exponencialmente en todos los sentidos.

Y tu, ¿alguna vez has calculado el azúcar que puedes llegar a consumir a lo largo de una semana? ¿Te lo comerías a cucharadas?

Te dejo un link para que puedas aprender a identificar este ingredientes en las etiquetas de los productos e ir reduciendo su consumo, poco a poco.

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