martes, 23 de octubre de 2018

OSTEOPOROSIS

Hoy quería compartiros una entrada muy pero que muy cortita, pero que me hace una tremenda ilusión.

El otro día mi madre fue a realizarse una densitometría, de tantas que le hacen  para controlar su osteoporosis y me dijo que el resultado había sido muy bueno, tanto que no solo se había mantenido estable el progreso, sino que había mejorado su densidad ósea en algunas zonas y, además, ¡su médico le ha retirado la medicación!

¡Sí, sí, tal como lo leéis!

Hace muchos años mi madre desarrolló esta patología considerada crónica y le recetaron medicamentos que también iban a ser crónicos. En aquel entonces empezó a aumentar su ingesta de leche, además enriquecida con calcio y vitamina D, empezó a tomar más queso, más yogures tal cual le había aconsejado el médico. Con el tiempo la osteoporosis iba a peor, perdiendo densidad ósea a gran velocidad. Tanto es así que tuvieron que darle una medicación más fuerte.

Pero hace dos años y medio yo enfermé y empecé a ir a diferentes profesionales de medicina integrativa, biológica y psiconeuroinmunología. Allí me enseñaron que la ingesta de lácteos puede ser muy perjudicial para la salud hormonal, intestinal y que empeoran la osteoporosis, ocasionando una pérdida importante de masa ósea. Además, también me explicaron que no tiene sentido consumir lácteos desnatados o semidesnatados, pues es en la grasa donde se concentran la mayoría de nutrientes que podrían ser beneficiosos en según qué casos y que, curiosamente, las personas que tienen problemas de osteoporosis suelen tomar leche desnatada o semidesnatada, nunca entera.

Me explicaron que el consumo de lácteos solo es imprescindible en la etapa de lactancia y que, una vez superada esta, puede haber un crecimiento perfectamente normal, sin carencias de ningún tipo, aun cuando no se consuman lácteos.

Pues bien, cuando llegué a casa y le conté a mi madre lo aprendido, empecé a investigar y a compartir con ella. Así que ella dejó de raíz los lácteos y empezó a consumir más semillas como el sésamo, la chía, a consumir muchas más verduras de hoja verde poco cocinada o cruda, a tomar crucíferas con su tallo y poco cocinadas, aumentó el consumo de frutos secos crudos o tostados sin sal, cambió la ingesta de cereal refinado por integral y aumentó el consumo de legumbres y pescado pequeño con espina.

He de decir que ella ha hecho deporte casi toda la vida y a día de hoy, con 67 años, cada día va a clases y hace deporte bastante intenso durante una hora y media o 2 horas. Vamos, que siempre se ha cuidado mucho y ha seguido una alimentación tendente al vegetarianismo.

En cuanto cambió estos hábitos alimenticios y dejó los lácteos, la osteoporosis fue reduciéndose, pero ahora sí que sí, por fin, le han retirado la medicación y está recuperando masa ósea.

Así que no, no es una enfermedad crónica y sí que puede revertirse.

Y no, los lácteos no son buenos para los huesos, es uno de los grandes mitos que todavía perduran.

Y para terminar, os dejo con un vídeo al respecto esperando que sea de vuestro interés.


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