viernes, 31 de agosto de 2018

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Hace unos días, paseando por diferentes lugares de diferentes ciudades vi un anuncio súper llamativo, así, bien grande, bonito y con letras bien claras, anunciando que un determinado producto ahora es sin aceite de palma. Ufff, me pongo negra solo de leerlo y me da rabia la desinformación, manipulación y la tranquilidad con que se quedan las personas que elaboran estos productos que no pueden considerarse alimentos, porque no nos alimentan, no nos nutren. Llenan la barriga, sí y calman la ansiedad, nada más, pero tras ello y su consumo regular comportan graves riesgos para la salud. Y no pasa nada por comerlo una vez de vez en cuando, no, el problema es que no es solo esto, es que a lo largo del día, sin saberlo, sin ser conscientes, metemos dentro de nuestro organismo miles de sustancias que aisladas y en poca cantidad no serían perjudiciales, pero juntas forman un cóctel muy peligroso.

Y lo peor de todo esto es que los niños y niñas , las futuras generaciones, ya nacen "enfermos" , porque desde bien pequeños en sus productos, esos que se elaboran expresamente para ellos sin sentido, ya vienen cargaditos de estas sustancias para hacerles dependientes a ellas y asegurar que sean carne de medicamento, hospital, médico y enfermedad crónica.

Me da mucha rabia escuchar a madres o padres que me dicen "este zumo pone que es sin azúcares añadidos, por eso se lo pongo cada día para el almuerzo". Un zumo que pone sin azúcares añadidos es una mentira como una catedral. No lleva azúcar como tal pero es un concentrado de fructosa y la fructosa es azúcar, natural, sí, pero al estar concentrada el nivel de azúcar de ese zumo es muy elevado y esto ocasiona que el niño/a en cuestión tenga un subidón tras tomárselo que luego no hay quien los aguante: se ponen nerviosos, agresivos, con cambios de humor exagerados o bien están adormilados y muy pasivos, con falta de concentración, despistados. Luego resulta que hay cada vez más niños con hiperactividad o diabetes u obesidad...

La industria alimentaria a gran escala es un sinsentido.

Que tienes colesterol, pues toma productos bajos en grasa: yogures light, leche desnatada, quesos bajos en grasa, aguacates light, etc etc etc. Claro, para que sea light le quito la grasa, pero si se la quito el producto está soso y no hay quien se lo coma, pues ale, le añado azúcar y potenciadores del sabor y todo arreglado. Además, como le he quitado la grasa y la vitamina D de los lácteos, en su mayor parte se encuentra en ésta, pues tengo que enriquecer la leche con vitamina D porque si no...bueno, tampoco pasa nada.

Que tienes azúcar, pues no pasa nada, le quito el azúcar y le añado grasas saturadas, hidrogenadas y le pongo sacarina, aspartamo y asunto arreglado. Ahora, si estos edulcorantes te producen patologías crónicas y dolencias, ya no es mi problema.

Que la gente quiere productos sin azúcar porque el azúcar han leído que es malo, no te preocupes, le quito el azúcar y le añado almidón, cereales hidrolizados, fructosa, sacarosa, etc. etc. y asunto arreglado. Puedo poner que es sin azúcares añadidos pero el producto tiene más azúcar que antes. Viva la diabetes y la obesidad. Vivan los problemas cardiovasculares. Alegría para las bacterias intestinales dañinas. Puertas abiertas para las enfermedades autoinmunes y la inflamación.

Que tampoco quieren edulcorantes, no pasa nada, le meto estevia, eso sí, refinada, con un 0,02 de glucósidos de esteviol y listo. Ya pensarán que están tomando productos sanos.

Que el azúcar refinado es malo, pues le pongo de caña, con letras bien grandes, que quede bonito y llamativo. Seguro que no hay nadie que piense que tiene los mismos efectos sobre el sistema endocrino y que los picos de insulina aparecen igual, como es integral, lo malo no importa.


Que quieren bollería más blandita, esponjosa y sabrosa, pues le meto más gluten, más azúcar y más grasa, ah, y por si acaso, saborizantes y un poquito de potenciador, no vaya a ser que esté soso y no se lo quieran comprar.


Que el niño/a no me come fruta, la trituro y la pongo en un envase de plástico repletito de disruptores endocrinos con un dibujo precioso de héroes o princesitas. Triunfo asegurado.


Que quieren más vitaminas y minerales, pues las añado sintéticamente a los cereales refinados que ya les he quitado esas mismas vitaminas y minerales que de forma natural tenían. O bien lo rotulo en colores fosforitos en tarros de cacao soluble y así, con dos cucharaditas problema arreglado y, de paso, le meto al peque cucharada y media de azúcar, así está animadillo/a durante el día. ¡Uff, pero es que no puedo con él/ella! ¡Me pone de los nervios! ¡Si es que no se centra, no rinde, no aprende! ¡Los niños/as de ahora son mucho más nerviosos que antes!


Que ya toman papilla...pues yo te la preparo, así, bien cómodo. Le pongo un cuartito de zanahoria, un centímetro de patata, un buen puñado de cereal refinado hidrolizado, un poquitito de azúcar y ale, lista para calentar. Ya verás cuando crezca cómo le van a gustar los postres, helados, chuches. Mi peque es súper goloso/a.

Que no le gusta el pan duro, pues yo te elaboro un pan de leche, blandito, de molde, especial para que almuerce bien y su musculatura facial no se agote masticando. Con un poquito, muchito de azúcar, por si acaso. ¡No sé qué le pasa que habla mal, no pronuncia bien, no quiere comer si no se lo trituro!


Y es que me enfado muchísimo cuando veo estas cosas. Un niño o niña no debe tomar absolutamente NADA de azúcar, edulcorantes etc. al menos hasta los dos años, ya que sus bacterias intestinales, su microbioma, está en pleno desarrollo y, por supuesto, no puede formar la base de su alimentación y, tristemente, hoy en día, está omnipresente en casi todos los productos que podemos comprar.

Menos mal que hay bastantes campañas que intentan enseñar y transmitir a la población conocimientos y estrategias para que sepan elegir y comprar lo más saludable, aunque con las campañas publicitarias tan demoledoras, lo pasivos y comodones que nos hemos vuelto, el estrés del día a día que nos requiere comer cosas dulces para lidiar con ello puesto que no hemos aprendido estrategias de gestión, el lo tengo todo y nada me satisface, la falta de esfuerzo, la economía, la crisis, todo ello dificulta enormemente sabias elecciones, unido al hecho de que en el sistema educativo de nuestro país existe un vacío enorme en cuanto a educación para la salud, más concretamente, en educación para una alimentación y nutrición correcta. También esta última carencia se observa en algunos profesionales médicos que recomiendan sin miedo tomar zumos de brick sin problema (como el dentista de una de mis alumnas), o darle determinado producto de farmacia para complementar la alimentación (aunque vaya repleto de azúcares) o tal o cual leche de crecimiento.

¡Con lo sencillo que es comer bien!

Tú cómprate unas cuantas verduras y frutas, llena tu nevera en dos tercios de ella. Toma legumbres 3 ó 4 veces a la semana, un par de días cereal integral, un buen pescado que no sea de piscifactoría y una vez a la semana carne de buena calidad, un par de huevos ó 3 ecológicos, añade semillas y frutos secos, aceite de oliva o aguacate y asegúrate de que tu plato sea en 2/3 verduras y verás qué fácil, que saciado/a, qué de comidas deliciosas que puedes hacer y qué salud empiezas a recuperar.

Y si no puedes permitirte comer carne de calidad, huevos de calidad o pescado de calidad, mejor que lo evites, por tu salud, aunque estoy segura de que si tienes un móvil, internet, televisión puedes permitírtelo, si no una vez a la semana, una vez cada 15 días. Suficiente. Y si no quieres tomar carnes, huevos y pescado, acuérdate de suplementarte la vitamina B12, aunque, sinceramente, muchos omnívoros tenemos carencias de ella -lo dicen los dietistas nutricionistas-, aunque comamos productos animales, especialmente si son de mala calidad.





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