lunes, 4 de julio de 2016

ESCUCHA A TU CUERPO

Ya no suelo ir a comprar a grandes superficies ya que es muy difícil encontrar allí productos de alimentación de buena calidad, pero, a veces, todavía encuentro algún producto que necesito. Últimamente me fijo muchísimo en el tamaño de los pasillos y en qué tipo de productos se localizan en las estanterías más grandes o largas, como por ejemplo las interminables neveras de lácteos. Los hay de todas las marcas y tamaños: naturales, azucarados, edulcorados, 0% grasa, sin lactosa, con frutas, con aromas, líquidos, mousse...y así hasta un sinfín. También puedo pasarme un buen rato en la sección de la leche: leche de vaca entera, semi, desnatada, sin lactosa, con calcio añadido, con vitamina B, con omega 3, leches vegetales con calcio, edulcoradas, etc. Y qué decir del pasillo de los cereales: con chocolate, con azúcar, sin azúcar pero malteados, refinados, integrales, enriquecidos con vitaminas, light, con forma de estrella, de concha, de arroz, bolitas, copos...


Y ahora es cuando viene mi reflexión. Cuando el cuerpo habla y una persona no puede tomar leche con lactosa porque no la tolera y le sienta mal, el organismo está dando un mensaje de que ese alimento no es bueno para él y que ya ha llegado a su límite de tolerancia, está sobrecargado en ese sentido. Así pues, no es necesario seguir tomando dicho alimento, ya que, por mucho que nos digan o nos intenten vender, el calcio y las proteínas que ésta tiene los podemos encontrar en otros muchos alimentos que, por cierto, tienen niveles superiores en su composición y mejor absorción. Cuando una persona no tolera la lactosa su estómago debe segregar unos determinados enzimas y jugos gástricos creando una película en el estómago para poder digerir y descomponer dicha proteína. Este proceso acidifica todavía más -ya que la digestión de la leche acidifica- y obliga al organismo a buscar ayuda en los minerales para equilibrar el nivel de ácido orgánico, produciéndose una desmineralización (pérdida de calcio, fósforo, etc.). 

Del mismo modo, el ser humano no necesita consumir azúcares añadidos para obtener energía, ya que frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales aportan los hidratos de carbono necesarios para el funcionamiento en el día a día. Así pues, ¿por qué añadirle azúcar a los productos de alimentación cuando el azúcar no nos aporta minerales, sino calorías vacías?
El azúcar nos ofrece una fuente de energía rápida, muy útil en ocasiones como grandes esfuerzos físicos o bajadas de azúcar, pero éste puede obtenerse de manera natural con los productos que nos ofrece la naturaleza. El azúcar añadido a los productos alimenticios produce una subida de glucosa en sangre rápida, pero, de igual modo la bajada se produce a dicha velocidad. Estas continuas fluctuaciones obligan al organismo a poner en marcha un complejo sistema de reacciones bioquímicas en las que entran en juego los minerales,  tan importantes para mantener el correcto funcionamiento del organismo, produciéndose de nuevo una desmineralización. Del mismo modo, las subidas de glucosa en sangre, obligan al páncreas a segregar grandes cantidades de insulina. Cuando el páncreas es obligado a trabajar en exceso durante mucho tiempo puede verse sobrepasado y dar lugar a los conocidos problemas diabéticos. De ahí la importancia de consumir hidratos de carbono de asimilación lenta - producen una secreción de insulina lenta y mantienen el nivel de energía disponible durante más tiempo, evitando subidas y bajadas y, con ello el desfallecimiento o entrada de hambre repentina-. En este sentido cobran gran relevancia los cereales integrales. Éstos poseen gran cantidad de nutrientes: minerales, vitaminas, hidratos de carbono y fibra. Por el contrario, los cereales refinados están desprovistos de su capa externa, la cuál contiene la mayor parte de dichos nutrientes, y éstos solo nos aportan gran cantidad de almidones, lo que, de nuevo, hace fluctuar la glucosa de manera incontrolada.

¿Qué sentido tiene edulcorar un producto de forma artificial, tanto con azúcar como con edulcorantes, si ésto no nos aporta nutrientes? Todo lo contrario, nos los "roba" para poder equilibrar todo el sistema. Entonces ¡qué gran incongruencia!: comemos para nutrir a nuestro organismo, pero los alimentos que tomamos lo desnutren.

¿Qué sentido tiene procesar un alimento natural para eliminar ciertos componentes que nuestro organismo no tolera, desnaturalizándolo, pudiendo tomar otros muchos productos naturales que nos ofrecen lo que nuestro cuerpo necesita y nos ayudan a aumentar nuestra energía y mejorar nuestro estado de salud? 

¿Por qué enriquecer los productos con calcio, vitaminas, minerales y, por otro lado, consumir otros que nos están desmineralizando? ¿ No es más sencillo evitar los productos que desnutren nuestro cuerpo y tomar aquellos que lo nutren de manera natural sin aditivos químicos?

Muchos os estaréis preguntando ahora por el placer para los sentidos que suponen todos estos productos de los que hablamos pero, ¿comemos por placer o por necesidad biológica? Hay que pensar que la primera razón de la alimentación es la supervivencia y, después, el placer. Pero no por eliminar dichos alimentos vamos a llevar una dieta sosa, aburrida, desaborida y pobre, sino todo lo contrario. Como ya apuntaba en otra de mis entradas, el paladar se reeduca y comienzas a disfrutar de la comida de verdad, experimentando sabores no conocidos hasta ahora- pensemos en un bebé, en sus primeras papillas, en cuán desarrolladas y sensibles tiene sus papilas gustativas-.

Así pues, escuchad a vuestro cuerpo, porque él os habla y os dice qué necesitáis en cada momento. Sé que resulta complicado al principio, pues la industria alimentaria no nos lo pone nada fácil, con constantes anuncios publicitarios diciéndonos lo que "realmente" necesitamos para sentirnos bien, vendiéndonos imágenes y productos llamativos que con tan solo mirarlos se te hace la boca agua. Juegan con nuestra fuerza de voluntad e ignorancia en materia nutricional y nos hacen pensar que consumiendo dichos productos estamos favoreciendo nuestra salud, pero nada más lejos de la realidad. 

No hacen falta grandes dietas ni restricciones para mantener un cuerpo sano y en su peso ideal, cargado de energía y vitalidad, un equilibrio físico y mental envidiable y una comunión excelente con la naturaleza. Tan solo es necesario consumir productos naturales, de temporada, libres de aditivos químicos, lo mínimamente posible procesados industrialmente, 100% ecológicos, caseros...alimentarnos de comida real que nos aporte nutrientes reales y un perfecto equilibrio biológico.

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