viernes, 1 de mayo de 2020

¿QUÉ TIPO DE DIETA DEBO SEGUIR?

Hace unos años, cuando enfermé, hice un cambio radical en mi forma de nutrirme. Cambié los alimentos convencionales por alimentos ecológicos y eliminé muchos procesados, azúcar, gluten y lácteos.

En aquel momento, la alimentación no solo cambió mi forma de mejorar mi salud sino también mi conciencia social y los efectos que mis actos y decisiones tienen para con el medio que me rodea. Entonces quise transformar mi alimentación hacia una dieta lo más vegetariana posible, así que introduje muchas legumbres y cereal integral y reduje muchísimo la proteína animal. Había leído mucho sobre los beneficios de la dieta vegetariana y quería contribuir moralmente al cuidado del medio evitando el sobrecoste de producción medioambiental en todas sus vertientes, pero mi intestino no podía con ello. Mi forma de nutrirme hasta entonces había maltrecho realmente mis paredes intestinales y era incapaz de digerir y absorber bien los nutrientes de una alimentación vegetariana, así que seguía teniendo carencias nutricionales y me sentía todavía cansada. Mi médico me explicó que mi intestino tardaría unos 10 años en recuperarse del todo y que en ese proceso el cambio de alimentación debía ser gradual, siempre escuchándome y viendo cómo reaccionaba físicamente, así que volví a introducir más proteína animal, pero SIEMPRE de primera calidad.

Así, a día de hoy, mi alimentación tienen una base vegetal muy marcada, pues los estudios vierten que cualquier dieta, ya sea vegana, vegetariana, paleo, omnívora, etc. debe regirse por un predominio del 70% vegetal: frutas, verduras y hortalizas frescas. A partir de ahí, las dietas pueden o no incluir proteína animal y todas, bien llevadas y escuchando las necesidades físicas de cada persona única e irrepetible, pueden ser saludables, siempre y cuando los alimentos elegidos sean frescos y de primera calidad. Desde luego, una persona omnívora que consume proteína animal de baja calidad, como la que se vende en la mayoría de supermercados y grandes superficies, es más que probable que acabe pagando las consecuencias a nivel de salud.

En mi caso, mi dieta es bastante vegetariana: dos veces a la semana cereal integral, dos raciones de legumbres, 1 ó 2 raciones de huevo (depende de la semana), 1 ó 2 raciones de pescado (mayoritariamente pequeño y nunca de piscifactoría) y 1 ración de carne a la semana o quincenalmente. Con ello, teniendo en cuenta que practico el ayuno intermitente y suelo realizar tan solo dos ingestas diarias, cubro mi menú semanal. Y en cada plato hay un 70% de verduras  (crudas y cocinadas). A diario semillas, fruta y frutos secos.

Esta dieta me ha permitido mejorar los niveles de muchos nutrientes que estaban bastante deficientes y mejorar mi estado físico y mental. Elijo productos de primerísima calidad, que resultan bastante caros, comparados con los productos de baja calidad, pero es que estos productos tienen dichos precios por los procesos de producción tan poco respetuosos con el medio y la salud humana. Y, puesto que he reducido muchísimo la proteína animal y la cantidad de comida que ingiero, al final, invierto una cantidad un poco superior a la de antaño, pero mi salud es infinitamente mejor. 

Con esto no quiero despretigiar los beneficios de cualquier tipo de pauta alimentaria o dieta, sino simplemente abrir mentes y llamar al respeto hacia las decisiones de los demás seres humanos. Veo muchas campañas y muchas personas enfadadas o crispadas con otras por elegir una determinada dieta, veo linchamientos verbales contra personas que se alimentaban de un modo y han cambiado a otro modo. Cada uno tenemos nuestras circunstancias, nuestro organismo y no a todo el mundo le sientan bien las mismas cosas. Lo que sí es básico es llevar una alimentación basada en alimentos frescos, de temporada, de kilómetro cero, de producción respetuosa con el medio, donde primen los vegetales, frutas y hortalizas, así como lo integral y haya una conciencia de lo que se come, de dónde viene, cómo se produce, qué personas trabajan y en qué condiciones, cómo se deja el campo después o qué ocurre en los mares, si los precios que se pagan son justos o injustos, así como tomar conciencia de que la mayoría de la población está sobrealimentada y esto no tiene nada que ver con estar gordo o delgado; la mayoría de la población come de más y, sin embargo, está desnutrida. Debemos aprender a comer, aprender a detectar qué es tener hambre y comer solo lo necesario para mantenerme ágil, fuerte, despierto o despierta, con la mente despejada y no depender de la comida para sanarme emocionalmente aspectos que nunca encontrarán solución en los alimentos, por muy ricos que estén al paladar. Y como ya he dicho muchas otras veces, el paladar se educa o se reeduca. Algo que es imprescindible para la mayoría de la población de hoy en día.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado Isa! Muy inspirador. Al final lo que comemos es la verdadera medicina, y la inversión en alimentos es salud a corto, medio y largo plazo...

    Un abrazo gigante!

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  2. Así es Delia. Cada cuál debe responsabilizarse de l que mete en su organismo a través de boca y piel. Un abrazo enorme. Me alegra que te guste!

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