Mi madre suele comprar unas galletas de cacahuete que están riquísimas, pero como sabéis, hace casi dos años de mi cambio radical en la alimentación por motivos de salud y desde entonces no las he vuelto a probar. hace poco vi en una red social una receta muy similar y ayer se me ocurrió ponerla en práctica pero adaptándola a mis gustos y necesidades. No tenía medidas de ingredientes, así que he elaborado estas galletas saladas a ojo y he de deciros que ¡están de vicio!
¡Ah! Como sabéis, me gusta ahorrar electricidad en pro del medio ambiente y del bolsillo, claro, así que cuando voy a cocinar algo en él aprovecho para elaborar estas deliciosas recetas, ya sea pan, galletas o cualquier plato que se me pase por la cabeza. de este modo aprovecho el encendido del horno y repongo la despensa.
Aquí va el invento:
Ingredientes:
1 vaso de harina de trigo sarraceno
1/2 vaso copos de teff (o avena, quinoa, amaranto)
1 puñado de almendras
1 puñado de semillas de calabaza
2 cdtas de semillas de chía
2 cdtas de sésamo
1/2 cdta de comino en grano
Agua
AOVE
Sal
Elaboración:
- Coloca las almendras, las semillas de calabaza, chía y sésamo en una picadora o en una batidora que tenga dicha función. Pica un poco, pero deja que queden algunos trozos para que las galletas queden crujientes. A mi me gusta encontrarme los trozos de semillas o frutos secos.
- En un bol mezcla la harina, los copos de teff o cereal que hayas elegido y los frutos secos y semillas picados. Añade un chorrito de aceite, el comino, sal al gusto. Mezcla bien.
- Ve añadiendo agua poco a poco mientras amasas con la mano para hacer una masa manejable.
- Haz una bola con la masa y extiende en una superficie plana con ayuda de un rodillo.
- Deja la masa bastante fina para que las galletas queden bien crujientes.
- Corta la masa en porciones del tamaño que prefieras.
- Hornea durante 30' a 170º.
- Deja enfriar y resérvalas en un tarro de cristal.
Parece sencillo, ¿no?
Realmente lo es. Yo tardé 15' en amasar los ingredientes y 30' en hornearlas. Su sabor es increíble.
Espero que las disfrutéis tanto como yo. En casa ¡ya no quedan!
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