domingo, 7 de mayo de 2017

ALIMENTACIÓN Y SALUD INTESTINAL. CAPÍTULO 3: CÓMO CUIDAR TU MICROBIOTA

 ¿Qué puedo hacer yo para mantener la microbiota en las mejores condiciones posibles y sentirme con energía, pleno y completamente saludable?

Practicar técnicas de relajación, dedicarse tiempo a uno mismo, valorar las cosas verdaderamente importantes, realizar ejercicio regularmente, evitar la ingesta de medicamentos siempre que sea posible -existen muchas alternativas naturales para curar diferentes patologías. infecciones de orina, resfriados, síntomas alérgicos, dolores de espalda, etc. y todos ellos naturales y sin efectos secundarios-, descansar lo necesario, tener contacto con la naturaleza y desconectar de la urbe cuando sea posible, entre otras buenas prácticas. Pero una de las más importantes es la correcta alimentación. Y es que, cuando hablamos de alimentación saludable, la mayoría de la población suele relacionarla con la obesidad o los problemas cardiovasculares, pero la alimentación va a influir mucho más allá y es el pilar básico de cómo nos sentimos cada día, de cómo nos levantamos por la mañana, de nuestro buen o mal humor, las afecciones que padecemos, la energía con que nos encontramos, el positivismo con que encaramos el día a día, etc. 

¿Y cómo debería ser una alimentación saludable para la microbiota intestinal?

Según diferentes profesionales de la salud, aunque existe mucha controversia entorno a ciertos alimentos, hay unos pasos básicos que deberían seguirse en una dieta saludable y equilibrada: es necesario consumir 2/3 partes de nuestro alimento diario en verduras y frutas frescas de temporada, a ser posible ecológicas para evitar pesticidas que dañen nuestra flora y organismo; aumentar el consumo de legumbres; sustituir el arroz blanco por integral ecológico para evitar pesticidas; eliminar los cereales refinados e introducir los integrales como el arroz, quinoa, mijo, teff, amaranto, trigo sarraceno, maíz ecológico para evitar transgénicos, avena, espelta, kamut, cebada y centeno -éstos 4 últimos en menor medida para reducir la ingesta de gluten, puesto que al parecer es proinflamatorio-; eliminar el pan blanco y consumirlo a ser posible elaborado con levadura madre; disminuir el consumo de pan y horneados con levadura -por la presencia en el mismo de levaduras que alimentan el hongo cándidas-; eliminar los lácteos y derivados o reducir al máximo el consumo de estos de buena calidad, como los de cabra - ya que el hongo cándidas también se alimenta de estos y que son alimentos proinflamatorios-; tomar semillas y frutos secos crudos o tostados en casa a diario en cantidades moderadas; tomar grasas saludables como las de los aceites vírgenes de primera presión en frío, sobre todo el de oliva, aguacate, frutos secos, semillas; eliminar por completo el azúcar añadido, ya sea integral o edulcorante natural y reservarlo para ocasiones muy especiales y esporádicas -puesto que las bacterias nocivas se alimentan de éstos-; eliminar o reducir al máximo el consumo de alcohol y reservarlo para ocasiones esporádicas; cocinar los alimentos más bien poco, especialmente las verduras, comiéndolas crudas o al dente para conservar todas sus propiedades; consumir alimentos prebióticos como el chukrut, las aceitunas, ajo, cebolla, verduras fermentadas, kéfir de agua, entre otros.

Son solo algunas de las pautas que muchos profesionales de la salud integrativa ofrecen para mantener un buen equilibrio en la flora intestinal. 

No puede faltarme añadir que, en caso de padecer un desequilibrio en la microbiota es necesario ponerse en manos de un buen profesional que nos ayude a adaptar nuestra dieta para volver a equilibrar la flora. En mi tratamiento tuve que hacer una dieta estricta en la que se redujo al máximo el consumo de fruta, especialmente la más dulce, de verduras de raíz -1 ingesta semanal- como la patata, boniato o calabaza, el consumo de cereales -2-3 veces en semana- y legumbres-1 vez a la semana, y tuve que aumentar considerablemente el consumo de verduras. Todo ello acompañado con el tratamiento recetado que consideró el profesional que me trató. 

Con todo esto, tan solo quería acercaros un poquito más al conocimiento en el funcionamiento de nuestro intestino y al por qué, cada vez más, se considera al mismo como el motor de nuestro cuerpo, donde se gestan grandes batallas y dónde se originan o se previenen muchas enfermedades y patologías. Ahora podréis darle al intestino la importancia que se merece, conoceros un poquito más, comprender mucha de la sintomatología que padecéis y saber que hay muchas cosas que podéis hacer y están en vuestras manos, para poder sentiros cada vez mejor, con mucha energía y buen humor para afrontar el día a día, disfrutando al máximo de cada momento.

No puedo despedirme sin antes remarcar, como siempre digo, que no soy médico ni profesional de la salud y que las reflexiones que aquí expongo son fruto de muchas lecturas,  investigación en bibliotecas, visionado de documentales y vídeos, información y enseñanzas de los profesionales que me tratan. No me responsabilizo de la interpretación que se haga de lo aquí expuesto y siempre tened en cuenta que ante cualquier patología o enfermedad es necesario acudir a un buen profesional y nunca automedicarse. 

Os dejo un enlace a una entrevista que compartía con vosotros hace tiempo sobre la candidiasis intestinal.


Muchísimas gracias por vuestra paciencia e interés.

Un abrazo.

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