GLUTEN SÍ, GLUTEN NO

Últimamente no paro de escuchar que si eso de dejar de comer gluten es una moda y que tarde o temprano va a pasar factura a la salud de aquellas personas que no consumen gluten puesto que, según ellos, las dietas sin gluten poseen muchas carencias nutricionales por lo que respecta a la aportación de hidratos de carbono al organismo. Estas afirmaciones hacen que me de cuenta de lo poco que pueden llegar a conocer estas personas los alimentos que nos aportan hidratos de carbono, del mismo modo que me hacen ser consciente de su desconocimiento en cuanto a los diferentes tipos de cereales que NO contienen gluten y que poseen valores nutricionales más elevados que aquellos que sí lo contienen: quinoa, mijo, teff, amaranto, arroz integral, trigo sarraceno, maíz. Hay vida más allá del trigo.

Antes de seguir, quiero volver a aclarar que no soy médico, farmacéutica, bióloga, nutricionista, ni desempeño ninguna labor en el mundo laboral sociosanitario y que todo lo que expongo aquí es fruto de mis aprendizajes con los nutricionistas y profesionales de la salud que me atienden y llevan mi caso, así como de los resultados obtenidos en mi experiencia personal de mejora y crecimiento.

Recordemos en primer lugar aquellos cereales que sí contienen gluten y aquellos productos donde podemos encontrarlo aún cuando el producto no lo contenga de manera natural:

CEREALES CON GLUTEN:

Trigo, espelta, cebada, kamut, bulgur, centeno.
Avena: no contiene gluten pero puede venir contaminada y posee una proteina -avenina- que podría ejercer los mismos efectos que el gluten. Existe mucha controversia entorno a este cereal.

Por tanto contienen gluten los panes, bollería, helados, cereales de desayuno, tortitas, galletas, pasta, mueslis, cacao soluble para el desayuno, malta de cebada, algunos yogures, entre otros.

PRODUCTOS QUE PUEDEN CONTENER GLUTEN:

Platos precocinados, verduras congeladas, embutidos, frutos secos, chocolates, cacao soluble para el desayuno, especias, conservas, helados, golosinas, caramelos, patés, salsas.

El gluten, al parecer, está presente en una cantidad importante de cereales de nuestra dieta. Muchos de estos cereales han sido manipulados genéticamente para obtener un mayor y mejor rendimiento en la elaboración de productos que los contienen. Así, el trigo de hoy en día posee una cantidad de gluten muchísimo mayor al trigo de hace 100 años. Este hecho hace posible que las masas de pan sean más maleables, esponjosas y permite al panadero y pastelero hacer múltiples creaciones de forma sencilla, con unos resultados que son irresistibles para el paladar. No ocurre lo mismo con aquellos cereales que no contienen gluten -tan solo tenéis que probar a hacer un pan sin gluten en casa y veréis cómo la masa es imposible de trabajar con las manos, limitando el tipo de productos que se pueden obtener de los mismos, a no ser que utilices un sinfín de productos químicos de dudosa conveniencia para el organismo-.

Por otro lado, según me explicaron en la clínica, los cereales que contienen gluten contribuyen a la inflamación de los tejidos y órganos de nuestro cuerpo, puesto que estos cereales contienen unas sustancias que poseen dicho efecto. Así pues, consumir productos con gluten aumenta la inflamación de nuestros órganos lo que va mermando el buen funcionamiento de los mismos a lo largo de los años y favorece la creación de un ambiente proclive al desarrollo de diferentes patologías, de entre las más graves los tumores.
Mis especialistas me comentaban cuando yo les hacía preguntas acerca del gluten, que incluso aquellas personas que no tienen una intolerancia al mismo deberían disminuir la cantidad de gluten consumida en sus dietas para prevenir un gran número de enfermedades, lo cual no significa eliminarlo completamente de la dieta, pero sí limitarlo a una vez cada semana o cada 15 días, de modo que resulte un producto consumido en ocasiones especiales. Del  mismo modo, no resulta lo mismo consumir gluten de trigo que gluten de espelta, por ejemplo, puesto que el trigo está muy adulterado y la proporción de dicha proteína varía de un cereal a otro, como tampoco es lo mismo consumir pan de masas precocidas a 20cts la barra que panes elaborados artesanalmente. 

Imaginaros que todos los días consumimos tomate frito, patatas fritas o chocolate, por poner algunos ejemplos. Seguramente nuestro organismo acabaría cansándose de los mismos y dejando de tolerarlos, siendo necesario un período de "limpieza" y desintoxicación de los mismos. De igual modo ocurre con el gluten: es necesario moderar su consumo para evitar reacciones indeseadas de nuestro organismo al mismo.

Algunas personas dirán: "pero yo tomo pan cada día y consumo pasta y cereales que lo contienen y estoy de maravilla, no me sienta mal". Recordemos que las intolerancias al gluten se manifiestan de muy diversas maneras y que la mayoría de ellas no se relacionan con el mismo, por lo que muchos profesionales médicos tardan en realizar un diagnóstico adecuado:

- Migrañas

- Dolores abdominlaes o calambres

- Distensión abdominal, gases, tripa hinchada

- Diarrea o estreñimiento

- Náuseas y vómitos después de las comidas

- Falta de apetito

- Mayor cansancio o fatiga

- Pérdida de peso repentina

- Anemia

- Bajo crecimiento

- Úlceras en la boca y daño en el esmalte dental

- Dermatitis, psoriasis

- Acné

- Herpes

- Pérdidas de memoria

- Confusión mental

- Inflamaciones articulares y musculares

- Insomnio

- Asma

- Alergias estacionales y alimentarias

- Permeabilidad intestinal

- Irritabilidad, cambios de humor

¿Qué supone esto en los cambios a introducir en la dieta de una persona sin intolerancia al gluten?

- Dejar de comer pan cada día y sustituirlo por panes sin gluten moderando su consumo.

- Introducir cereales que no contienen gluten e ir alternando su consumo con aquellos que sí lo contienen y que deben tomarse de manera limitada.

- Llevar una dieta variada y equilibrada con una aportación adecuada de proteínas, hidratos de carbono, minerales, vitaminas y fibra.

- Prestar atención al etiquetaje de los productos que se consumen y, evitar en la medida de lo posible el consumo de productos precocinados y procesados industrialmente.

"Tenéis suerte, hoy en día existen muchos productos elaborados para celíacos e intolerantes al gluten". 

Ésta es una de las frases que más escucho desde que me diagnosticaron la intolerancia al gluten. OJO. los productos que venden en el mercado aptos para celíacos están repletos de productos químicos que facilitan la tarea de elaborar alimentos similares o idénticos a los que contienen gluten, utilizando harinas que resultan complejas para dicho cometido y que, sin la utilización de dichos productos dan como resultado un sabor poco agradable o una textura no deseada. Así pues pensemos por un momento: si elimino o reduzco el gluten de mi dieta para prevenir enfermedades y mejorar mi salud pero lo sustituyo por productos que contienen sustancias dudosas para la misma, ¿qué mejoría estoy haciendo? NINGUNA. 

Yo os recomiendo que todo lo que podáis elaborar en casa lo hagáis. Os sentiréis mejor con vosotros mismos, autosuficientes, crearéis una relación con los alimentos sana y valoraréis todavía más los alimentos que ingerís. Os sentiréis satisfechos de ser capaces de elaborar todos esos productos por vuestra cuenta, sabiendo en todo momento aquello que coméis y sin depender en gran medida de la industria de alimentos procesados. Y lo mejor de todo: vuestra salud se verá favorecida a nivel físico, emocional y mental.

Resumiendo: queda claro que en el desarrollo de enfermedades existen muchos factores que intervienen en su aparición, pero una correcta alimentación es uno de los más influyentes. Así pues, como apuntan mis especialistas, eliminando o disminuyendo en gran medida el gluten de la dieta,       además de incorporar otros hábitos de alimentación saludables, estamos disminuyendo el nivel de inflamación de nuestros órganos y, por tanto, dificultando el desarrollo de enfermedades tan graves como el cáncer. Tenemos en nuestras manos uno de los factores de prevención más importantes: LA CORRECTA ALIMENTACIÓN.