lunes, 25 de abril de 2016

CURIOSIDADES


El otro día me acerqué al mercado a comprar algunas frutas y verduras. En una de las paradas tenían fresas auténticas, de las pequeñitas, con un olor que embargaba mis sentidos. Yo no puedo comerlas por el momento por su contenido en azúcar y porque son una fruta con un alto contenido en histamina y dado que estoy recuperándome de las alergias, debo eliminar de mi dieta al máximo todos los alimentos que la contienen hasta que mi organismo se haya restablecido por completo. De todos modos, decidí comprar unas pocas para casa y que mi familia pudiese probarlas, ya que es un tanto complejo encontrarlas si no se acude a un puesto ecológico específico. Allí, hablando con la vendedora le pregunté: "¿Qué diferencia hay entre éstas fresas y la fresa o fresón que venden en abundancia por ahí?" Ella me dijo que no había color." Para empezar puedes diferenciar una buena fresa de otra que no lo es por el tamaño: la buena fresa será pequeña, puesto que no está tratada con hormonas que la hacen crecer desmesuradamente, esto le confiere mucho más sabor, aroma y dulzura. Después tienes que fijarte en el color, la fresa auténtica es toda roja, de pies a cabeza y el fresón que venden por ahí tiene una parte blanca en la cabeza" He de decir que en casa se quedaron encantados con el sabor y desde entonces, ya no solemos comprar fresones.
Días más tarde, hablando con una de las personas que me están ayudando en este proceso le comenté lo que había descubierto y me dijo: " ¡Uy! Fresones, yo no los comería ni aunque me los regalasen. Cada vez que comes uno de ellos no sabes la porquería que te estás metiendo en el cuerpo. En lugar de aportar salud estás deteriorándola. mejor no comerlas o comer fresas ecológicas."
Aquel día, en el mercado, continué mi conversación con la vendedora, acerca de las barbaridades que se cometen en torno al cultivo de frutas y verduras y ella me dijo: "Una de las frutas más contaminadas, a parte de las fresas, que puedes encontrar en el mercado es la manzana. Las manzanas que venden en la mayoría de grandes superficies o fruterías vienen enceradas para dar ese aspecto apetecible. Esa cera pasa a través de la piel y tú te la comes. Haz la prueba. Coge dos manzanas, una encerada y la otra no. Pela las dos manzanas y préndeles fuego con un mechero. Verás lo que ocurre."
Pues bien, éste es otro de los motivos por los que decantarse por alimentos ecológicos libres de químicos. Además de tener mucho más sabor, resultan realmente nutritivos y saludables para el organismo. Y es que, al final, no pasa nada por comer productos contaminados esporádicamente, pero si sumamos a lo largo del día o de la semana la cantidad de tóxicos que echamos a nuestro cuerpo, podemos hacernos una idea, después de algunos años, del daño que puede ocasionarnos a nivel de salud.

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