domingo, 20 de septiembre de 2020

METALES PESADOS

Unas de las sustancias más perjudiciales para nuestra salud y que entran en contacto con nosotros a través de la alimentación, los productos cosméticos y los productos químicos de nuestro entorno: agua, combustibles, pinturas, contaminación del aire, medicamentos, vacunas, etc. son los metales pesados.

Es muy importante reducir, todo lo que se pueda, el contacto con éstos, ya que es el hígado quien debe procesarlos y eliminarlos, pero, éstas sustancias, no pueden eliminarse en muchos de los casos y son bioacumulables en el organismo. Esto, según las investigaciones científicas más actuales, puede provocar diferentes daños, entre los que se encuentran el daño neuronal. Es decir, los metales pesados son neurotóxicos y pueden verse implicados en enfermedades tales como el alzheimer, la demencia, depresión, hiperactividad, déficit atencional, autismo, entre otros. Destacar que, por supuesto, van a entrar en juego otros muchos factores, como puede ser la herencia genética o la inflamación crónica, de la que he hablado en otras ocasiones, pero es importante reducir la presencia de ellos en nuestras vidas para reducir, también, las probabilidades de padecer ciertas patologías.

A nivel neuronal, los metales pesados contribuyen a la acumulación de la placa amiloide, característica de los pacientes con alzheimer o parkinson.

Se produce una acumulación de proteínas dañadas en el cerebro producida por estos metales pesados, el estrés oxidativo y la inflamación. El sistema tiene un mecanismo para la eliminación de dichas proteínas, la autofagia, la cual se produce durante las horas de sueño y siempre que se den períodos prolongados de ayuno a partir de 16 horas. Por ello, es muy interesante practicar el ayuno intermitente que nos acompañará en la eliminación de dichas proteínas dañadas, dado que es imposible eliminar todos los factores que las producen y, con el tema que nos ocupa, eliminar todos los metales pesados.


Entre los metales pesados que más entran en contacto con nuestro organismo se encuentran:

Hierro: carnes rojas (especialmente), medicamentos (complementos de hierro).Un exceso de hierro es muy peligroso para la salud.

Plomo: agua con arrastre de tuberías de plomo, combustibles, pescados y mariscos, tabaco.

Mercurio: pescados y mariscos debido a la contaminación de las aguas y aire.

Aluminio: desodorantes, cremas corporales, pastas de dientes, conservas en lata (el aluminio migra al alimento en contacto con las grasas), papeles de aluminio, sartenes y ollas de aluminio, botellas de agua de aluminio, moldes de horno de aluminio, medicamentos antiácidos, polvos de talco, levaduras en polvo.

Es interesante incluir en nuestra alimentación algunas hierbas o alimentos quelantes, contribuyen a la eliminación de los metales pesados, como el cilantro fresco, las algas (espirulina, chlorela, kombu, wakame), el ajo crudo, las verduras de hoja verde como diente de león, achicoria, rúcula, berros, apio crudo (amargas) o las crucíferas (familia de las coles) que ayudan al hígado en la eliminación.


Para terminar, os dejo enlazado un artículo sobre el consumo de pescado y sus metales pesados, para tener una guía que nos ayude a conocer qué pescados son menos perjudiciales para nuestra salud y cuáles debemos evitar.


GUÍA PARA LA COMPRA DE PESCADO Y MARISCO


Y recuerda que el pescado es mucho mejor comprarlo salvaje y de pesca local/nacional, para asegurarte que su alimentación está libre de tóxicos y que la pesca cumple la normativa de sanidad exigida.

Un ejemplo de pescado muy consumido es el salmón de piscifactoría. El salmón es un pescado muy saludable si se consume salvaje. El salmón de piscifactoría tiene mayor cantidad de grasa en la cual acumula los metales pesados del agua y de los alimentos  compuestos con que se nutren (piensos compuestos de soja transgénica)y antibióticos con que se tratan, aunque ya existen piscifactorías ecológicas que alimentan el pescado con piensos respetuosos con el medio y sin tóxicos.

Pide siempre la etiqueta en tu pescadería. Allí puedes leer la fecha de pesca o captura, procedencia, modo de cría. Las pescaderías tienen la obligación de tener dicha información visible, al alcance del consumidor, pero es muy común que no se vea o esté guardada en grandes superfícies o supermercados. Pide la información para conocer qué comes. Por lo general, el pescado de supermercados y grandes superficies suele guardarse en cámaras y su aspecto es grisáceo, apagado. Los ojos del pescado deben estar brillantes y su piel con buen aspecto. Las grandes superficies y supermercados juegan con la iluminación del producto para dar la impresión de pescado fresco y saludable, de ahí la importancia de consultar las fechas de captura para que no nos den gato por liebre. Pregunta cuándo reciben el pescado de lonja y compra, si te es posible, en ese momento, evita el pescado envasado en bandejas. Una buena opción, si no puedes comprar el pescado fresco de lonja, es elegir producto ultracongelado. Puedes encontrar pescado salvaje ultracongelado, pero ojo a la etiqueta, algunos vienen con multitud de añadidos químicos como conservantes, colorantes e incluso azúcares.






No hay comentarios:

Publicar un comentario