sábado, 29 de diciembre de 2018

INFORMACIÓN SESGADA Y FORMACIÓN A LA POBLACIÓN

Anoche, en un programa de una cadena televisiva se hablaba de la educación nutricional, más concretamente del consumo de productos procesados y el elevado consumo de azúcar. Todo el programa estuvieron poniendo sobre la mesa los problemas que ocasiona el consumo de este tipo de productos y cómo ha aumentado el número de personas obesas con lo que ello conlleva.

Lo que yo eché en falta es que dicho programa solo hacía referencia a la obesidad como consecuencia de la mala alimentación, pero no se habló, en ningún momento de todas las nefastas consecuencias que tiene para el organismo el consumo de estos productos y es que, no solo puede llevarnos a la obesidad, sino que podemos estar delgados como un palillo y estar labrándonos un buen caldo de cultivo para problemas serios de salud. Nadie relaciona el consumo de azúcar o el excaso consumo de vegetales, frutas y hortalizas con un pobre sistema inmunitario, con el cáncer, las alergias, el asma, las enfermedades neurodegenerativas, las osteoporosis, los resfriados e infecciones, la depresión, los cambios de humor, la conducta, la memoria, el sueño, el cansancio, el hambre, la ansiedad y miles de enfermedades que se padecen cada vez más y a más temprana edad. El consumo de azúcar y de alimentos procesados es muy serio y falta mucha información.

Trabajo en el sector público y me he encontrado con familias que defienden que el consumo de azúcar no es negativo porque toda la vida se ha consumido, pero no se es consciente de que el consumo de azúcar y productos procesados hoy,  no es, ni por asomo, el de hace unos cuantos años.

El programa remarcaba que el consumo de azúcar máximo diario según la OMS es, para un adulto, 25 gramos. Una ración de ketchup contiene 12 gramos,por ejemplo. Los españoles consumimos al día 110g de media sin ser conscientes de ello. La mayor parte del azúcar está oculto y resulta casi imposible detectarlo en las etiquetas debido a los nombres que le ponen para que sea prácticamente imposible reconocerlo por el grueso de la población.

Tenéis una entrada en este blog con las diferentes nomenclaturas que pueden ponerle si queréis aprender a identificarlo.


Hablaron de muchas otras cosas, pero me gustaría hacer hincapié en algo que también llamó mucho mi atención. Se analizó y comparó el precio de una alimentación basada en productos procesados y otra en productos frescos de calidad, haciendo mención a que las personas con pocos recursos acuden a una alimentación más económiva y, por tanto menos saludable, porque no disponen de recursos: salchichas, pasta, congelados, zumos de brick.  En ningún momento salieron las legumbres y los cereales integrales a relucir y, por supuesto, tampoco se dieron estrategias para el consumidor que le permitan ahorrar dinero y llevar una alimentación saludable, como por ejemplo, consumir una naranja entera en lugar de un zumo, que además de ser más económico es mucho más saludable, puesto que se consume toda la fibra, vitaminas y minerales, evitando una subida excesiva de glucosa en sangre que comprometa, día tras día la función del páncreas. Y no estoy diciendo que no se pueda consumir zumo de naranja de vez en cuando, mucho mejor que otras porquerías, pero siempre natural.  

Sí que se comentó que la mejor dieta es la dieta mediterránea, rica en vegetales y hortalizas, frutas, aceite de buena calidad, legumbres, cereal integral y un poco de carne, pescado o huevos de buena calidad, pero el mensaje que quedaba claro es que esta alimentación saludable estaba fuera del alcance de la población con pocos recursos. Y esto no es cierto.

Creo que es necesario enseñar y transmitir a toda la sociedad, no solo a las personas con pocos recursos, -ya que está demostrado científicamente que aquellos que más carne comen y más proteína animal tienen mayor probabilidad de padecer ciertas enfermedades-, que una alimentación saludable y barata, muy barata, es aquella en la que se consume el 50% de cada plato en vegetales y hortalizas y el resto legumbres, cereales integrales, semillas, aceite de oliva, frutas. Se puede consumir algún día pescado de buena calidad, o carne o huevos, pero no es imprescindible su consumo diario. Tampoco el de lácteos, estos, actualmente suelen ser de peor calidad y se abusa de su consumo -hay muchos estudios científicos que relacionan su consumo con el cáncer, infecciones, permeabilidad intestinal, patologías hormonales como el hipotiroidismo, SOP, quistes mamarios y ováricos, etc.-.

El programa hacía hincapié en las diferentes opiniones de diferentes expertos en nutrición y asociaciones médicas y nutricionales, dejando gran parte de la responsabilidad en los programas, políticas y leyes publicitarias: que si el semáforo nutricional sí, que si las etiquetas, que si esto o lo otro. Todo con muy buenas intenciones o no, pero con el mismo jaleo y dificultad de comprensión para la gente a pie de calle.

Para mi lo básico es que se de una educación nutricional de calidad en las escuelas y comunidades que se enseñe desde la base a saber interpretar y seleccionar bien los alimentos y a reconocer qué nutrientes son básicos para el funcionamiento de nuestro organismo y qué puede ocurrir si no tenemos un aporte adecuado.

Las políticas sí son importantes, pero de nada servirán si no se abre la mente y la vista a la población, poniéndoles ejemplos claros impactantes de por qué padecen la enfermedad que padecen y qué se puede hacer para evitarla y qué riesgos se corren.

Falta mucha información y dejar claro que la responsabilidad es nuestra.

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